Este régimen predecible

El Gobierno actúa con desesperación. Al saber que perdió el apoyo popular, acude al expediente de la amenaza, el chantaje y la mentira

 

Las encuestas y la actitud de la gente en nuestros recorridos diarios, predicen una gran victoria de la Unidad Democrática. La inmensa mayoría espera con ansias el 6-D para manifestar su descontento. La gente quiere votar por el cambio y apostar a la esperanza. Este gobierno de casi 17 años ha entrado en el peor de sus períodos, signado por el repudio de las mayorías y el apoyo de una muy pequeña minoría que privilegia algunos dividendos personales sin mirar el bosque de la desidia, la ineficiencia y la corrupción.

El Gobierno actúa con desesperación. Al saber que perdió el apoyo popular, acude al expediente de la amenaza, el chantaje y la mentira. Refleja su talante poco democrático. Intensifica el uso de los bienes públicos en la campaña. Sin desparpajo utilizan los bienes y los dineros de la nación para promover a los candidatos de Maduro. Descaradamente utiliza los medios de comunicación del estado como si fueran del partido. Han llegado al colmo de sacar cuñas con la imagen de dirigentes opositores para montar discursos falsos. Unido a esto siguen las prebendas que aspiran cambiar la molestia por un voto que no merecen. Generan violencia en actividades de candidatos de la oposición para producir miedo. Todo esto es predecible en quienes sólo les interesa el poder.

Estos abusos intentarán complementarlos el día electoral con el voto forzado y con la violencia motorizada en algunos centros de votación. El CNE podría tomar algunas decisiones que impidan esto. La observación internacional podría constatar muchas de estas realidades y actuar con apego a las reglas democráticas. Sin embargo, no van a ser esos actores quienes frenen estas pretensiones poco honestas; quien va a hacer valer su derecho a elegir y cambiar libremente, es el pueblo venezolano. Esa mayoría está activa, haciendo su lista, apoyando con la logística, preparándose para defender –como miembro o testigo- la voluntad del elector, alistándose para votar y luego quedarse en el centro de votación. Noto a esa mayoría resteada con esta posibilidad de cambio. Pero la noto también con la conciencia de quien no debe utilizar la victoria como revancha. Nuestro pueblo asume con pasión, pero también con racionalidad. Ojalá que el Gobierno, al reconocer su derrota, asuma una actitud distinta a la que muchos prevemos. Ojalá que entienda que su supervivencia dependerá del respeto, del diálogo y de la conciliación. No entenderlo sólo significará la aceleración de su despedida.

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