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Durante la eucaristía que conmemoró el primer año de la muerte de la hermana Francisca de los Ángeles, el padre José Palmar, uno de los sacerdotes que presidió la liturgia, afirmó que no hay ninguna religiosa que asuma el papel que dejó “Francisquita”.
El sacerdote describió a la hermana como un ser de amor quien fue capaz de manejar perfectamente el papel de ser embajadora ante los ricos y ser esclava de los pobres, declaró que “eso no es fácil porque hay que ser un punto de equilibrio y Francisca de los Ángeles fue para nosotros un punto de equilibrio”.
El padre Palmar relató las experiencias que marcaron su convivencia con la religiosa. “Nunca se me olvida una anécdota, ella estaba hospitalizada, le habían hecho una intervención quirúrgica, me le acerqué y me dijo: ‘quiero comulgar’, miro al doctor y me dice que no puede, ella me agarra la mano y me dice 'sí puede'; yo busco la hostia y le voy a dar un pedacito me dice, con aquella voz de autoridad angelical con aquella templanza de alma y aquel ruego insólito: ‘démela completa’ yo ni miré a los médicos, busqué la hostia completa y se la di, es un detalle de la necesidad que siempre tuvo la hermana de recibir a Jesús”.
Manifestó que la hermana visitó muchos enfermos, comentó que ella hacía ese trabajo y les daba consuelo, destacó que ese vacío quedó tras su muerte.
El sacerdote afirmó que la religiosa pasará a la historia del Zulia como “la monja de la Misericordia”. Recalcó que su ejemplo de amor al prójimo, oración, gallardía religiosa, su temple espiritual y su pureza de corazón son el gran legado que la hermana Francisca dejó.