Hoy
Las exigencias de la realidad del mundo hacen de la educación, cada vez más, uno de los bastiones permanentes para el desarrollo de las sociedades. La universidad debe asumir, conjuntamente con las instituciones educativas fundamentales del orden social, la generación de soluciones y la construcción de medios factibles haciendo uso de sus funciones. El desafío no radica en tal cumplimiento. Históricamente se ha logrado crear, a nivel venezolano, universidades que cumplen con sus responsabilidades académicas. El gran reto consiste en lograrlo en entornos inestables, con niveles de asiliencia y con afectación en principios y valores necesarios para el progreso.
Por ello, la institución universitaria debe superar ser más allá que un simple espacio de formación. Se autoexige labrar su excelencia, a partir de la revisión de sus funciones, la participación en las ideas de reconstrucción nacional, la actualización de los perfiles profesionales, la canalización de la investigación, el nuevo acercamiento a los sectores productivos, la proposición de innovaciones y una renovada internacionalización. Todos son planteamientos llamados a ser revigorizados.
La excelencia nos acerca a la idea, algo descontextualizada de abundancia, a la noción de perfección y a las características sobresalientes de algo o alguien. Estar por encima del resto y haciendo mención a capacidades fuera de lo común y en tiempos reales debe conducir a actuaciones concretas en medio de la escasez, a la búsqueda de un equilibrio dinámico, haciendo posible las propuestas más allá de las limitaciones, teniéndola como lineamiento real, para lo cual debe conllevar a la derrota de la parsimonia, las conductas abyectas y la apatía institucional.
Somos convocados como venezolanos y como universitarios a propiciar espacios inteligentes que rompan el oscurantismo e incuben liderazgos que renueven el tejido social. Hoy se vive el desafío de la excelencia posible, el verdadero uso de la creatividad y el conocimiento para intervenir con institucionalidad en el debate nacional. Nuestras universidades solo podrán aportar en estos cruciales momentos a Venezuela, si se concentra en la excelencia como principio de labor, administrando con sapiencia, desde las mayores restricciones, los esfuerzos dirigidos a la docencia, investigación y extensión.