
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Zulia tiene una estimación cercana a crear tres mil CLAP. Cada unidad de comité atenderá no más de 400 casas, así es la planificación Gobernación del Zulia en su meta de distribución. El plan avanza y los gastos aumentan en las familias que aún no son favorecidas y se abastecen de productos importados de Colombia o acceden al “mercado especulativo” de revendedores ante la reducción de posibilidades de compras de regulados en los supermercados privados y públicos.
Para la investigadora, María Antonieta Devis, el impacto es evidente: “Alta inflación y más escasez”. El razonamiento parte de que el Gobierno “no tiene la solución a los problemas de seguridad y soberanía agroalimentaria”. Señala que la intención es poner “pañitos de agua tibia” mientras ven qué hacer con la producción de alimentos. Y en medio del escenario, la especulación se expande.
Se aprobó el ingreso de productos de higiene personal, alimentos y bienes secundarios (cauchos, baterías, insumos) de Colombia. Llegan a los mercados zulianos a precios internacionales. El caso de la harina de maíz, preferencia en el consumo nacional de 90 % según el INE, está regulada a precio oficial de 190 bolívares y la importada se ofrece a mil 200 bolívares; se acerca al precio de la marca nacional que expenden en sus mesas los denominados “bachaqueros”.
“No es fácil adquirir a esos precios”, destaca Devis. Las familias se someten a una restricción en la compra al no poder acceder a las bolsas de comida que distribuye el Gobierno, y en caso de tenerla se obliga a comer lo que contengan. Escoger no es una opción. “Eso forma parte de la cuota de racionamiento” y da a entender que “toda garantía de soberanía y seguridad alimentaria era falsa”. Con las ventas planificadas a través de los CLAP lo que se pretende es “neutralizar que haya una explosión social”.
Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción se instalan con dudas en sus objetivos reales. La situación del municipio Guajira pone acentos de cuestionamiento. Los programas sociales de abastecimiento que se afincan en la frontera también se observan en Colombia. La leche en polvo de Mercal termina en los mesones de los buhoneros, multiplicando su valor.
Devis señala que las clases sociales utilizan parte de esos productos para revenderlos. Cuestiona que dentro del Ejecutivo haya “inclusive acaparamiento”. El contrabando de extracción “no se ha podido evitar”. La dinámica de la moneda alienta una “remuneración atractiva” para las familias que buscan poder adquisitivo.
Estimación de distribución
CLAP: Entre 2.500 y 3.000
Casas: Máximo 400 por CLAP
Familias: Máxima 1.200.000
Cantidad: Mínimo 6 productos por bolsa
Volumen a repartir: 7.200.000 kilos o unidades.
Quincenal: 7.200 toneladas de productos.