Innegablemente
Transitamos definitivamente por una etapa de análisis y aprendizajes, donde es imperioso hacernos de un proceso reflexivo profundo.Preguntarnos en qué ranking está la paz y la tolerancia en nuestras vidas; estos valores morales que son guías de la conducta de las personas. Siendo su finalidad única la sana y armoniosa supervivencia del ser humano.
Cada hombre y mujer posee algún tipo de valor que ordena su vida, pero no siempre estos valores son compartidos por todos los que nos rodean a pesar de que los mismos tienen la función social de asegurar la convivencia y el respeto mutuo, la falta de ellos nos conlleva al flagelo social, con las consecuencias más nefastas que ha podido existir, la violencia.
La violencia sin lugar a dudas se ha convertido en un problema de salud pública, siendo la educación la única arma válida contra ella. Innegablemente en el núcleo familiar se concentra el mayor poder de cambio social, y por ende, de sembrar en la estructura personal estos valores.
Como docentes tenemos corresponsabilidad en la formación y educación para la paz y la tolerancia, debemos asumir con pie de lucha indetenible contra la violencia en todas las expresiones existentes.
Trabajemos con mayor ahínco por la transformación social para la conciliación entre hermanos, desde las aulas hacia el sendero de la cultura de la paz mundial.
El papa Francisco nos recuerda que el mismo Jesús también vivió en “tiempos de violencia” y enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano. Por ello, afirma con vehemencia, “ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de no violencia”.Transitemos por el sendero de paz y tolerancia en nuestra sociedad.