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Después de cuatro días de su asesinato, el cuerpo de la bebé Jhoana Carolina Montiel Montiel, de 3 años, regresó finalmente a la casa de su familia materna, en el sector El Sipi Sipi, en la parroquia Tamare del municipio Mara, donde pasó sus primeros y únicos años de vida, para ser velada por su bisabuela, tíos y primitos que allí se encontraban en la tarde de ayer.
La vivienda de la familia Montiel se encuentra en un terreno apartado, rodeado de árboles de diversas especies, y otras viviendas de iguales características. Las vías de acceso están aún sin asfaltar, de noche solo alumbran las luces de las casas; sin embargo, en medio de esta intemperie de aparente tranquilidad, Jhona Carolina vivió mucho más feliz y con mejores tratos, en comparación al calvario que estuvo viviendo con su progenitora sus últimas tres semanas de vida, en Maracaibo, rodeada de los fuertes ruidos de la ciudad, y del maltrato de su madre.
En la morada de los Montiel, un féretro marrón pequeño, con una foto impresa de la bebé sobre éste, ocupaba prácticamente todo el espacio de la sala de la pequeña vivienda. En el lugar se encontraban sus dos hermanitos, primitos, algunas tías, y su bisabuela. No paraban de preguntarse por qué tenía que sucederle eso a ella, intentaban esclarecer la situación.
“Esto es un golpe duro más para nosotros, hace poco, en junio, perdimos a tres familiares más de esta misma casa, tenían lechina, y al no tener suficiente dinero para medicarlos y tratarlos, fallecieron”.
Luzmila Reverol, tía de la madre de Yoliber Montiel, progenitora de la niña, comentó que aún no han saldado las deudas que tienen pendientes con los servicios funerarios de sus otros familiares, agregando que no tienen suficiente dinero para correr con todos los gastos que conlleva el entierro de la pequeña.
“Nosotros la queríamos enterrar junto a su tía y sus abuelos allá en Caimare Chico, pero sale muy costoso el transporte del cuerpo para allá, así que decidimos enterrarla aquí, el alcalde Luis Caldera nos ayudó y con eso solventamos un poco, pero aún tenemos que salir a pedir colaboraciones porque el dinero no nos alcanza”.
Reverol, contó que su sobrina se nació en Caimare Chico, y se terminó de críar en la casa de Tamare. Es la segunda mayor de siete hermanos. Al principio la veían tranquila y calmada; mas, al cumplir los 15 años, notan que comienza a haber un cambio en ella: Se va de su casa en busca de nuevos horizontes y una aventura. Su familia desconoce el rumbo que tomó la joven, quien no dio más la cara hasta después de cumplir los 17, donde regresa embarazada de su primer hijo. Posterior a su parto, se va a prestar servicios militares en Paraguaipoa, pero tiempo después de haberse alistado, pide permiso para salir y no regresó más.
Yoliber del Carmen conoce a Gustavo, en su segunda estadía en Maracaibo, ya había dado a luz a Jhoana Carolina, quien vivía con su abuela y tías en Mara.
El comienzo del final
Los familiares de la bebé Jhoana contaron que vivía bien con ellos; era feliz jugando con su primita, estaba gordita, y lucía un corte de cabello nuevo que le habían hecho. Yoliber había ido en varias ocasiones de visita; sin embargo, la última vez fue con la excusa de llevársela a Maracaibo para comprarle ropa. Sus hermanas aceptaron, con la condición de que se las volviera a llevar en un par de días. No imaginaron jamás que iba a ser la última vez que vieran con vida a la bebé.
El día que recogieron el cuerpo de la pequeña Jhoana en la morgue forense, se indignaron al ver la gran cantidad de moretones que cubrían su cuerpo, en compañía de algunas mordeduras y quemaduras de cigarrillo.
Yorexi Montiel, tía de la bebé, comentó que su hermana debía de estar drogada para llegar a matar a golpes a su hija.
“Para poder pagar los servicios funerarios y entierro de la niña tuvimos que salir a pedir colaboraciones en la calle. En una oportunidad, en Maracaibo, un señor luego de colaborarme con dinero, me dijo que el tipo con el que estaba mi hermana era tremendo pedrero, que él lo conocía, y que se alegraba de que estuvieran detenido por cometer aquella atrocidad”.