Las muestras de afecto no faltaron en la despedida de Jesús David Portillo (15), sus canciones favoritas, los carros tunning e incluso la camisa con la imagen de La Chinita que adoraba lo acompañaron hasta su lugar de descanso eterno
La calle 27 con avenida 13 del sector San Benito, parroquia El Bajo del municipio San Francisco es intransitable, vecinos, familiares y amigos llegaron, hoy a las 9.00 de la mañana, para despedirse de Jesús David Portillo, de 15 años. Con lágrimas en los ojos repetían al unísono sus cualidades, respetuoso, educado, buen muchacho, temeroso de Dios, “excelente”.
Sus sueños de convertirse en ingeniero mecánico quedaron trucados cuando el aire acondicionado del cuarto de su abuela explotó hace dos días. En medio de la oscuridad de la madrugada intentó salir de la habitación, las llamas consumieron las láminas de anime y parte del cielo razo.
Moradores de la zona sofocaron el fuego. Lograron apagarlo pero el esfuerzo resultó inútil. Tendido en el piso hallaron al estudiante de cuarto grado del liceo Padre Vílchez. Estaba en posición fetal, atrapado entre la cama y un gavetero; no tenía heridas, su rostro lucía como siempre. El humo provocado por el incendio combinado con la bronquitis y el asma que padecía lo llevaron a la muerte.
Sus amigos no tienen consuelo, lloran, gritan, se abrazan entre sí, mientras observan a la madre del muchacho apartar a la muchedumbre que se aglomeraba junto al féretro cubierto de flores “¡Déjenme ver a mi hijo, mi tesoro, mi amor!” decía.
Al ritmo de la champeta y el reggaetón partió el ataúd hacía el cementerio de San Francisco, escoltados por autos tunning de los que Jesús era aficionado. Para los que organizaba eventos de carros el niño “hacía cosas asombrosas con carritos de juguete, su sueño era tener uno como los nuestros. Por eso permitimos que los exhibiera en nuestras exposiciones”.