Las autoridades de Filipinas pasaron este jueves 2 de octubre a centrarse en repartir ayuda y retirar escombros en la isla de Cebú tras el terremoto de magnitud 6,9 de la noche de pasado martes 30 de septiembre, que dejó al menos 72 muertos y casi 300 heridos.
Algunas zonas de la ciudad costera de Bogo, especialmente impactada con 33 muertos, continúan sin electricidad ni agua corriente y miles de personas duermen a la intemperie por el temor de volver a sus hogares dañados ante nuevas réplicas.
El terremoto tuvo lugar a las 9.59 de la noche, hora local, del pasado martes 30 a una profundidad de diez kilómetros a menos de veinte kilómetros de Bogo.
Afectados y labores de rescate
Fallecieron al menos 72 personas y casi 300 resultaron heridas en esta zona central del archipiélago asiático, según las cifras oficiales del Consejo Nacional para la Reducción y Gestión del Riesgo de Desastres (Ndrrmc) de Filipinas, que señala que el sismo afectó a casi 171.000 personas.
"A día de hoy, no hay personas desaparecidas, ni siquiera según las autoridades locales. Se supone que todas están localizadas", afirmó el portavoz de la Oficina de Defensa Civil (OCD), Junie Castillo, en una entrevista con la radio filipina Dwan.
Las autoridades del país asiático dieron así por concluidas las labores de búsqueda y rescate, aunque el trabajo está lejos de finalizar: los equipos sobre el terreno siguen distribuyendo alimentos y agua a las zonas afectadas y limpiando los escombros de los edificios dañados.
Campamentos
Una multitud de campamentos seguía poblando este jueves 2 de octubre las explanadas de Bogo y los márgenes de la carretera nacional que une la ciudad con la capital de Cebú.
"Nos han dicho que puede haber réplicas hasta otros cuatro días, así que vamos a quedarnos aquí por nuestra seguridad", dijo a EFE Adriana May, una adolescente que, junto con su familia y otras 200 personas, se instaló desde que golpeó el sismo en una explanada cercana al hospital gubernamental de Bogo.
La agencia sismológica de Filipinas (Phivolcs) informó de que se registraron 2.613 réplicas, en su mayoría de baja intensidad, pero algunas de las cuales lo bastante fuertes como para seguir inquietando a los cerca de 88.000 habitantes de la ciudad.
En la carretera que une Bogo con la capital provincial de Cebú, agrietada por el sismo y por la que no dejan de circular ambulancias que trasladan heridos a hospitales no afectados por el terremoto, numerosas familias mostraban carteles pidiendo comida y agua tras pasar también la noche al raso.
Al menos 20.000 personas continúan desplazadas en el centro de Filipinas, según dijo hoy el Consejo Nacional para la Reducción y Gestión del Riesgo de Desastres.
El terremoto causó importantes daños en infraestructuras, incluyendo viviendas y carreteras pero también edificios históricos como una iglesia construida en 1886 en la localidad de Daanbantayan.
El presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., inspeccionó este jueves 2 los daños en Bogo y anunció 75 millones de pesos (algo más de un millón de dólares) para rehabilitar la ciudad.
Un hospital a cielo abierto a la espera de cadáveres
El principal hospital de Bogo no escapó del poderoso temblor, que dejó sus huellas en forma de grietas y cristales rotos. Sus pasillos se encontraban hoy desiertos, y decenas de pacientes recibían este jueves 2 tratamiento con el único refugio contra los elementos siendo unos toldos con eslóganes de políticos locales.
"Esperamos a que el Departamento de Obras Públicas finalice la evaluación de la solidez de la estructura del edificio para que podamos regresar y (los pacientes) estén más cómodos, ya que hará calor", apuntó a EFE la directora del centro, Zoraida Yurango.
Aguantándose las lágrimas tras consolar a una paciente cercana, todavía conmocionada dos días después del sismo, Yurango explicó que hacen falta expertos que presten apoyo psicológico a los supervivientes.
Incluyendo al personal sanitario, dijo, por mucho que recibieran entrenamiento para enfrentarse a las catástrofes naturales que con frecuencia golpean a Filipinas.
"En este momento, tras un desastre, es muy raro que recibamos supervivientes. Nos preparamos para recibir cadáveres. Estamos preparando una sala y tenemos bolsas para los cuerpos. Es algo que no es fácil de decir, pero a lo que nos enfrentamos", declaró a EFE Urango.
Filipinas se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una de las zonas con mayor actividad sísmica y volcánica, donde cada año se registran unos 7.000 terremotos, la mayoría de ellos de intensidad moderada.
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