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En el interior de una vivienda sin número, en la calle 79 del barrio El Níspero, Ramón Enrique Rodríguez (65) se midió a golpes con unos delincuentes. En la riña lo apuñalaron tres veces y le robaron sus pertenencias.
Los dos maleantes ingresaron, el viernes a la 1.00 de la mañana, por una ventana de la vivienda. Ramón veía televisión y los sorprendió. Se originó una pelea entre ellos y uno de los homicidas sacó un cuchillo. Le cortó el cuello, el brazo izquierdo y el abdomen. El ruido de los golpes en la puerta despertaron a los vecinos, comentó Humberto Molero, un amigo de la familia.
Un grupo de curiosos caminó hasta la residencia y vio cómo los antisociales salían con el teléfono celular de la víctima, unas bombonas de gas y una bolsa de comida. “Todo lo dejaron botado en el camino y escaparon”.
Desde la ventanilla que rompieron para cometer su fechoría, un vecino se asomó y vio agonizar a Rodríguez en el suelo. Llamó a uno de los hijos, quien reside en la casa de al lado, para que lo ayudara.
El muchacho corrió y se acercó a su papá, quien presentaba dificultad para respirar y tenía la ropa manchada de su propia sangre. Con ayuda de Humberto, lo montaron en un carro y lo llevaron al Hospital Universitario de Maracaibo.
Los médicos de la emergencia dormían mientras Ramón agonizaba en una de las camillas. “Solo le pasaron una solución”, denunció una vecina. Luego de seis horas de agonía, murió por una hemorragia. La noticia paralizó a su hijo, quien estaba buscando ropa y sábanas para su padre, pensando que se salvaría.
Una comisión de la Policía científica se acercó hasta la casa y colectaron las evidencias de interés criminalístico. Los testigos aseguran no reconocer a los culpables del crimen debido a que la calle es oscura, pero presumen, que se trate de unos azotes del sector que mantienen en zozobra a la comunidad.