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Venezuela, inserta en la corriente del socialismo del siglo XXI, ha fracasado estrepitosamente en sus objetivos. Han sido 17 años marcados por el totalitarismo y el populismo; por un arreciado capitalismo de Estado y el experimento fallido del modelo socialista de producción. Son 17 años de políticas económicas desacertadas, incoherentes y sin transparencia, para ocultar actividades ilícitas o de dudoso resultado, lo que ha traído consigo alta inflación y el derrumbe de la economía.
En este contexto, el trabajador, a pesar de tener un Presidente “obrero” y en lugar de ser llamados a elevar la producción y la productividad, es convertido en carne de cañón con los llamados presidenciales a la rebelión popular, si algo le llegará a pasar. Dicho de otra manera es una incitación a la violencia, que ya ocupa primerísimos lugares en la vida nacional.
Es inconcebible que un Gobierno “socialista” haya dado al traste con el sindicato como expresión de la voluntad y lucha del sector para lograr mejores condiciones de vida, al sustituirles por agrupaciones paralelas que negocian sin contar con el visto bueno de los agremiados. En el sector universitario, líderes ungidos negocian a sus espaldas y sin recato obvian el mandato de sus organizaciones. Como resultado se discuten contratos colectivos que no tienen mejoras significativas para evitar la caída de la calidad de vida de sus pares.
Se obtienen incrementos de sueldo mínimo que se esfuman con la inflación porque es inferior a ella. Basta citar el anunciado el 1 de mayo 2016 (30 por ciento del salario mínimo con una inflación en torno al 200 por ciento) el cual además de la desilusión causada por las expectativas creadas, supone una profunda división gremial porque hay mucha disparidad en la escala de sueldos.
En este sentido, el 1 de mayo no hubo nada que celebrar pero sí para reconocer el esfuerzo que realiza el trabajador en la noche más oscura de la era democrática, quien cumple con sus responsabilidades más allá de la obtención de un pago por sus labores. Mi reconocimiento a los trabajadores de la Universidad del Zulia que han sabido sortear tantos obstáculos para posibilitar el funcionamiento institucional. En particular, saludo al personal adscrito al vicerrectorado administrativo. Ellos, hacen posible un camino más seguro, y por último un fuerte abrazo a la madre venezolana, bastión de sus hogares y motivadora de la lucha por una Venezuela mejor.