
En
Chocolate, miel, ostras, canela, higos, vino tinto… La lista de alimentos considerados afrodisíacos es larga pero, ¿pueden influir realmente en el deseo o el rendimiento sexual? Vicente Briet, psicólogo clínico y especialista en Sexología, afirma que “no existe ningún alimento que, por sí mismo, produzca un incremento en el deseo sexual ni de los hombres ni de las mujeres, o al menos no está demostrado con evidencias científicas”. Briet, miembro de la junta directiva de la Sociedad Internacional de Especialistas en Sexología (Sisex) y director del Centro Clínico Vicente Briet, aclara que todavía son frecuentes los mitos acerca de los alimentos afrodisíacos, basados en la idea de que nutrientes como las vitaminas o algunos minerales pueden reforzar o estimular la función o el deseo sexual.
“Las vitaminas liposolubles del huevo podrían mejorar la eyaculación precoz; el calcio del helado de vainilla, crear orgasmos más intensos o el ácido fólico de los cereales integrales, mejorar la circulación sanguínea en los genitales. No dejan de ser mitos que han llamado la atención de profesionales de la salud e investigadores. Sin embargo, queda por demostrar con evidencias científicas suficientes la asociación entre estos componentes de los alimentos y su posible poder afrodisíaco”.
Sugestión
En lo relativo a los afrodisíacos también influye el efecto placebo. “La sugestión es tan poderosa como el hipotético efecto deseado”, asegura Briet. Mención aparte merece el alcohol que, según explica Briet, posee un efecto doble. “Tal y como decía Shakespeare, “provoca el deseo pero frustra la ejecución”, en referencia a sus propiedades desinhibidoras en moderada ingesta y bloqueantes de la erección en grandes cantidades”, precisa. Además, el sexólogo comenta que “al parecer, el vino aumenta en gran medida el flujo sanguíneo hacia las zonas erógenas, actuando directamente en la estimulación y posterior satisfacción sexual. Algunos estudios aluden también a los efectos antioxidantes del vino, que ensancharían los vasos sanguíneos produciendo el mismo resultado”. Pero, más allá de alimentos potencialmente afrodisíacos, el especialista explica cómo surge el deseo sexual.
“Ante un estímulo excitante como puede ser un sabor, un olor o una caricia, nuestro cerebro envía señales desde el sistema límbico hacia la región pélvica, provocando la dilatación de los vasos sanguíneos en esta zona. Dicha dilatación es la principal responsable de la erección en los hombres, pero también en las mujeres, pues existen tejidos eréctiles en el clítoris y en la región situada alrededor de la vagina. Al mismo tiempo, se produce un aumento de la frecuencia cardiaca, entre otros signos propios de la excitación sexual”. En este sentido, Briet aclara que es en relación a esta vía de activación neuronal del placer donde se puede encontrar una supuesta efectividad de los alimentos como afrodisíacos, “ya que muchos alimentos considerados con este calificativo contienen nutrientes que podrían favorecer la circulación y el aumento de flujo sanguíneo de las regiones con capacidad eréctil, o bien podrían participar en la regulación de los neurotransmisores y hormonas relacionadas con el placer, el apetito, y la reproducción sexual (estrógenos y testosterona)”.