El ser humano por lo general prefiere la épica a la realidad; para lo segundo basta el día a día para muchos. Ver como un niño que huyó de la guerra y habiendo encontrado refugio en un país vecino hoy logra disputar una final de un Mundial de Fútbol
El Fútbol está lleno de historias personales, tanto de sus protagonistas como de quienes lo siguen. La imagen del niño que logra salir de la pobreza gracias a sus destrezas en el deporte es una especie de halo que rodea a muchos jugadores profesionales.
En este Mundial de Rusia 2018 se han sumado otro par de imágenes, la de la migración y la de los conflictos bélicos con sus lamentables saldos de desplazados. Todas ellas sirven de telón de fondo para poner sobre el escenario las historias que muestran como el talento y la perseverancia pueden dar sus frutos, lo que convierte a estos jugadores en ejemplos a seguir, en motivadores natos para millones de personas que buscan un sentido a la vida, creando así la conexión entre unos y otros.
Unos pocos días antes de la final del Mundial de Fútbol la mayoría empieza a fijar posiciones, unos están con Francia y otros, presumiblemente la gran mayoría, está “de corazón” con Croacia. En términos pragmáticos los galos parecen tener las mayores posibilidades (así lo señalan las apuestas), entre otras cosas porque se supone cuentan con un plantel “más profesional” (el valor estimado del equipo francés es de 580 MM de euros), en tanto que el Croata se ha estimado en 285 MM de euros).
El comportamiento anterior es normal, el ser humano por lo general prefiere la épica a la realidad; para lo segundo basta el día a día para muchos. Ver como un niño que huyó de la guerra y habiendo encontrado refugio en un país vecino hoy logra disputar una final de un Mundial de Fútbol, lo que sin duda es meritorio, despierta la imaginación de millones de niños (y sus padres) que buscan un mejor futuro.
Estas historias personales se conjugan también en sentimientos nacionales. Conflictos que van más allá del fútbol que se reviven, reivindicaciones de situaciones del pasado en la que una parte se siente agredida, heridas aún abiertas, e incluso conflictos en pleno desarrollo. Todos estos sentimientos, y muchos otros, se conjugan en 90 minutos, lo que da a un deporte, y particularmente a un torneo, un carácter épico.
La selección de Croacia en esta ocasión le regala a los seguidores del fútbol la oportunidad de una nueva épica, a Francia le ha tocado esta vez representar el status quo, aunque sus propios jugadores y el país en general tienen también sus historias. Independientemente del resultado, ojalá estas dos selecciones cierren el torneo con la entrega que han mostrado, regalando así la última épica hasta dentro de cuatro años.