sábado, diciembre 14, 2024
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Golpes, tiros y bombas lacrimógenas por arroz

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Los vecinos quemaron cauchos y cerraron la avenida principal en protesta

La comunidad le gritó y golpeó a los uniformados para evitar que se llevaran la mercancía. Los funcionarios los alejaron con disparos al aire, golpearon a quienes se interponían y les lanzaron bombas lacrimógenas

Una guerra campal reportaron en Ziruma por 260 kilos de arroz. Una denuncia anónima le indicó a los funcionarios de la Guardia Nacional de un supuesto acaparamiento en la parroquia Juana de Ávila. Los vecinos se pelearon con los militares para que les vendieran la mercancía, estos los alejaron con bombas lacrimógenas.

A la 1.00 del mediodía, un camión de despacho de alimentos descargó 206 bultos de arroz en la tienda Los Peruanos, en la avenida 15F con calle Mara. Los vecinos se reunieron alrededor del abasto. “Ya teníamos hasta la cola afuera”, comentó uno de los residentes.

Media hora después, unos 30 militares llegaron al negocio y retiraron los bultos de arroz. No presentaron la denuncia. 

La comunidad le gritó y golpeó a los uniformados para evitar que se llevaran la mercancía. Los funcionarios los alejaron con disparos al aire, golpearon a quienes se interponían y les lanzaron bombas lacrimógenas. Dentro del negocio estaban dos embarazadas y trabajadores que fueron golpeados por impedir la retención.

La Guardia Nacional siguió con su objetivo y montó los 260 bultos de arroz en su vehículo. Se llevaron detenido al dueño del local. 

Los vecinos quemaron cauchos y cerraron la avenida principal en protesta. “Necesitamos el arroz, estamos muertos de hambre, esos son unos vivitos”, gritaba Vanessa Durán, una vecina. 

A las 6.00 de la tarde, las súplicas de un niño ablandaron el corazón de los cinco funcionarios de la Policía regional que custodiaban el local. El pequeño de unos ocho años apretó contra su pecho el paquete de un kilo y se sentó en una acera para ver cómo ardían los cauchos. “En mi casa no hay arroz. Yo le dije al policía que me diera uno”, repetía para evitar que otros uniformados le arrebataran su regalo. 

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