Grietas en el muro 

El Estado de excepción fronterizo y la condena contra Leopoldo, no tuvieron el efecto que el Gobierno esperaba. Nadie le pisó el peine

Si los gobernantes, no son ejemplo ni practicantes de la ética, seguramente, la inflación, el desempleo, las limitaciones, la injusticia y el hambre deteriorarán la moral del pueblo. Entonces, ¿de quién es la culpa de la inusitada crisis actual de Venezuela? La culpa no es de los venezolanos ni de colombianos ni de los guajiros que renunciaron al desempleo o abandonaron a sus antiguos oficios para dedicarse al “bachaqueo”. Menos, de la oposición ni de la burguesía ni de los que viven en los estados que están a lo largo de los dos mil 219 kilómetros de la frontera colombo-venezolana. 

Las respuestas las encontramos, si investigamos de manera exhaustiva, y contestamos imparcialmente a las siguientes preguntas: ¿quién atacó, invadió, expropió e hizo fracasar al sistema privado empresarial de producción, saqueó las reservas monetarias, el oro y violó la ley del BCV? ¿Quién arruinó a Pdvsa, a las Industrias básicas del hierro y aluminio, a los campesinos y productores del campo?  ¿Quién deja que la delincuencia organizada, el narcotráfico y el sicariato, casi sean, un estado dentro del Estado?  ¿Quién destrozó la dignidad, la moral, la cordura y entereza del pueblo?

Por otro lado, si la solución es reactivar a los factores de producción y crear innovadoras transacciones económicas, ¿qué busca la oligarquía roja, después de haber hundido en la pobreza a los venezolanos, cuando el mundo se le viene encima y tiene la certeza de perder las elecciones parlamentarias del 6-D? ¿Para qué arma el aparataje del cierre de la frontera y declara Estado de excepción en varios municipios de los estados Táchira y Zulia? ¿Por qué ahora repite el guión de febrero de 2014, ataca a la muchedumbre con sus bandas de choque armadas y rentadas, condena al líder político de oposición Leopoldo López  a más de 13 años de prisión? El Estado de excepción fronterizo y la condena contra Leopoldo, no tuvieron el efecto que el Gobierno esperaba. Nadie le pisó el peine. ¡Llegó el momento!  

Cuando Leopoldo López dice: “Si me condena le va a dar más miedo a usted leer la sentencia que a mí recibirla, porque usted sabe que soy inocente”. No solo señalaba a la jueza Susana Barreiros. ¡No! Estas palabras resonarán para siempre como un testimonio que condenará, moralmente, al sistema de justicia actual y al abuso de los  jefes de los poderes Ejecutivo y Legislativo. 

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