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“El papa Francisco tiene mucho que explicar”, dijo Francis DeBernardo, director ejecutivo de la organización católica LGBT New Ways Ministry (Ministerio de las Nuevas Formas). “Su aprobación de ese texto es una gran desilusión para mucha gente, lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero y heterosexuales, que tenían grandes esperanzas con su pontificado”.
Se refería al decreto que actualiza las Normas Básicas para la Formación Sacerdotal (Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis), que fue publicado este jueves por el diario oficial de la Iglesia católica, L’Osservatore Romano. El documento ratifica una guía redactada hace 31 años, en la que se plasman otras comunicaciones de la Santa Sede en cuanto a las restricciones sobre la sexualidad.
Establece que “la Iglesia, respetando a las personas afectadas, no puede admitir en el seminario ni en las órdenes sagradas a quienes practiquen la homosexualidad, presenten tendencias homosexuales profundamente enraizadas o apoyen aquello que se conoce como cultura gay”. También resalta la importancia de la continencia en la formación de los candidatos para ordenarse. “Sería imprudente admitir a un seminarista que no haya alcanzado una afectividad madura, serena y libre, casta y fiel al celibato”, advierte.
El texto avalado por Francisco tiene un agregado. Permite una excepción respecto de las “tendencias homosexuales que sean expresión de un problema transitorio”. Se pone como ejemplo “una adolescencia todavía no terminada”.
DeBernardo no fue el único que criticó al papa. También se sumó Marianne Duddy-Burke, de DignityUSA (Dignidad Estados Unidos), otra organización católica que promueve los derechos LGBT. Para ella el decreto fue “extremadamente decepcionante” y lo tomó como un “tremendo insulto” a los miles de homosexuales que sirven como sacerdotes católicos.
“No es lo se esperaba del papa que dice: ‘¿Quién soy yo para juzgar?'”, agregó.
David Clohessy, que pertenece a la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes (SNAP por si sigla en inglés), dijo que están usando a los homosexuales como chivo expiatorio en lugar de proteger realmente a los niños de los abusos. “Es un error asumir o afirmar que la mayoría de las víctimas son varones”, sostuvo.