Alberto
Algo le decía que la proposición era demasiado buena para ser cierta, pero la idea de ganar una buena suma de dinero fácilmente fue más fuerte…y lo estafaron.
A Pedro P. (todos los nombres que se mencionarán son ficticios), le ofrecieron la venta de dólares americanos vía transferencia electrónica, a un precio realmente atractivo. El que ofertaba, llamémoslo Alberto X, tenía “una urgencia médica” que lo obligaba a desprenderse del dinero.
Alberto pidió como condición para que le cancelaran la transacción, que Pedro comprara un cheque de gerencia; a lo que este último accedió ya que no evidenciaba ningún riesgo y sentía que mantenía el control de la situación.
Minutos antes de realizar la transferencia electrónica Alberto le pide a Pedro que le envíe una foto del cheque de gerencia para estar seguro de que se había cumplido ese requisito. Al fin y al cabo Alberto sentía que era el más expuesto. Pedro, por medio de su teléfono inteligente, envió a Alberto la imagen del cheque…y hasta ese momento supo de él. Algo molesto por la irresponsabilidad de Alberto, pasados un par de días Pedro se dirigió a la entidad bancaria a reversar el cheque de gerencia…para enterarse que había sido cobrado.
Alberto formaba parte de una banda que falsificaba este tipo de cheques y con los datos facilitados por el mismo Pedro, elaboró y cobró el medio físico de pago. Pedro se quedó sin los dólares, sin los bolívares y con el temor de hacer una denuncia ante los cuerpos policiales, ya que él mismo había incursionado en una transacción ilegal en Venezuela: la compra de divisas en el mercado negro.
Al igual que estas son numerosas las modalidades que los delincuentes diseñan para obtener dinero, joyas o equipos valiosos de sus víctimas. Generalmente son personas muy creativas, de excelente presencia, muy buen vocabulario, dicción y una apreciable capacidad de convencimiento. Se aprovechan de personas con falta de malicia, ambiciosos, de muy avanzada edad o muy jóvenes e inexpertos.
Presentan ofertas de ventas de automóviles, motos, computadoras, teléfonos celulares, mercancía escasa y hasta terrenos e inmuebles en condiciones muy atractivas. Argumentan un apuro económico, una emergencia médica propia o de un familiar muy cercano, así como la urgencia de vender sus activos para comprar divisas extranjeras y abandonar el país.
Los bienes casi siempre no son de su propiedad o son robados, y utilizan documentos forjados para evidenciar la supuesta legalidad y origen lícito. Cuando la víctima adquiere el bien, paga y quiere efectuar las revisiones o registros legales ya es tarde.
En oportunidades se trata de falsificaciones de alta calidad en cuanto a la similitud con los originales, pero de ínfimo valor real y que van a presentar fallas en breve. Puede tratarse generalmente de equipos electrónicos, relojes de lujo, prendas de oro o piedras preciosas como brillantes y esmeraldas, o hasta medicamentos de alto costo para tratamientos especiales.
Nunca concrete una transacción bajo la presión del tiempo aunque parezca toda una oportunidad. Exija los documentos originales del bien a adquirir y verifique su procedencia. Cualquier equipo debe ser operado para verificar su funcionamiento, si nota algo extraño o diferente en el diseño, puede tratarse de una falsificación. Evite ser víctima desarrollando el menos común de los sentidos: el sentido común.