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Hace cuatro años, la industria petrolera recibía una contundente advertencia de un funcionamiento irregular en su modo de trabajo. La madrugada del 25 de agosto de 2012, un estallido despertó la desesperación de la población de la península de Paraguaná. Una fuga de gas inflamable de olefinas se incendió cuando un vehículo del Destacamento 44 de la Guardia Nacional entró en marcha en medio del desalojo de los funcionarios luego de la alerta del escape de la emanación.
El evento adquirió el título de la Tragedia de Amuay y dejó un saldo de 47 muertes, 135 lesionados y al menos tres mil 403 viviendas afectadas, además de las incuantificables pérdidas materiales. La refinería ubicada en el Complejo Refinador Paraguaná no logra recuperarse desde entonces.
La noche del domingo pasado, una válvula de control en la línea de transferencia de generador al reactor falló, paralizando por completo el craqueador catalítico de la planta que presentaba problemas desde hace dos años con fugas, asegura Iván Freites, Secretario General Del Sindicato De Trabajadores Petroleros Y Gasíferos del estado Falcón.
Este es el craqueador más grande del país, con capacidad de producir 108 mil barriles de gasolina diarios, comprometiendo aún más la grave situación de producción de gasolina, sus componentes, gas y alquilatos, destaca el trabajador.
La misma situación la experimentan las refinerías El Palito y Puerto La Cruz. Esto deja a la refinería de Cardón como la única que produce el combustible en el país, luego de reanudar sus operaciones la semana pasada con la manufactura de 60 mil barriles al día, a pesar de tener capacidad para 105 mil.
Cierre técnico
Aunque Amuay está produciendo 340 mil barriles de 645 que podría producir, Freites explica que esta cantidad se está almacenando para luego procesarse. “Eso es prácticamente un cierre técnico porque no está cumpliendo las funciones de una refinería”. Aparte de la planta catalítica, en Amuay se paralizó también la hidrodesulfuradora, la de azufre y el flexicoquer, de acuerdo con denuncias de trabajadores de la organización.
“De ser emblema en el mundo, quedaron para recibir productos importados como gasolina, gasoil, componentes. Es bastante lamentable que no se hayan hecho los correctivos”, afirma el sindicalista. Agrega que el déficit técnico viene acompañado de una fuga de talentos. “Los últimos ocho años han migrado más de 10 mil trabajadores profesionales formados desde 1998 hasta acá por inseguridad industrial, politización y bajos salarios. El trabajador busca bienestar y aquí en la industria petrolera, los salarios son de hambre. Un superintendente de planta gana 70 dólares, un gerente de línea no llega a 300 al mes”.