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Venezuela atraviesa un escenario en el que las políticas económicas evolucionan y se cuelan en todos los hogares de los estratos sociales más bajos. Se demuestra con la significativa disminución de la ingesta de proteína y carbohidratos en las familias venezolanas, un problema que, de acuerdo con Alberto Castellano, profesor de la facultad de Ciencias Económicas de LUZ, no puede esperar.
“Tenemos que atacarlo, no es solo hacer un proceso de estabilización de la economía, sino un plan de emergencia con un acuerdo donde se incrementen las importaciones”, asegura el economista. Y es que el recorte de las compras que hace el Ejecutivo a otros países es tan significativo que pasó de 60 mil millones de dólares en el año electoral 2012 a una meta de 16 mil millones de dólares para este año, según declaraciones de Miguel Pérez Abad, cuando encabezaba la Vicepresidencia del Área Económica.
El experto explica que Venezuela se hizo muy dependiente de las importaciones, un hábito que podía permitirse con los ingresos de la renta petrolera y el endeudamiento, pero la caída de los precios del hidrocarburo y el título del mayor riesgo país de la zona cierran las posibilidades de mantener la actividad.
El académico asegura que la única manera de tener soluciones inmediatas para solventar el desabastecimiento y el hambre que se registra en el país es a través de un préstamo de alrededor de 30 mil millones de dólares a multilaterales como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, la Corporación Andina de Fomento, entre otros. Con la inversión “en dos o tres años se podría lograr un crecimiento y una inflación más controlada, de 20 por ciento”.