¿Hacia dónde vamos?

El producto de esas operaciones trae como contraprestación varios salarios mínimos, que permiten paliar la miseria en la que día a día se hunde Venezuela 

No son caras de sonrisas las que se ven en las colas de expendios de medicinas, alimentos y productos de todas clases. Se bachaquea por subsistencia, como una forma chavista de vivir la incondicionalidad con las necesidades y el desempleo, el salario insuficiente crearon esa modalidad de subempleo. También se hace para adquirir lo que se requiere para subsistir, para consumir. Se necesita tiempo y resignación para olvidarse del sueño, hambre y otras penurias en colas de muchas horas, aguantar el sol o la oscuridad, el temor o el sufrimiento del atraco o el arrebatón de hienas que esperan que otros compren para ellos quitárselos. Luego viene el llevar al centro de acopio, negociar y regresar a la misma rutina. El producto de esas operaciones trae como contraprestación varios salarios mínimos, que permiten paliar la miseria en la que día a día se hunde Venezuela y en la cual entre los que tienen y los que no tienen, este último es la víctima verdadera. Quien no tiene tiempo, ni condiciones físicas para el trajín, debe pagar los precios sextuplicados de los productos regulados o no.

Que los paramilitares sean parte de ese negocio, es difícil de negar o afirmar; eso dicen los oficialistas, lo seguro es el hecho de que la movilización requiere de otros actores y no precisamente paramilitares. ¿Cómo pasar por las alcabalas y puestos policiales sin detectar las inmensas cantidades de productos que salen hacia Colombia, Brasil e Islas del Caribe? Se necesita más que la represión “liberadora” para enfrentar y solucionar esta tragedia. La violencia desmedida y los abusos polimilitares, pueden desencadenar un efecto contrario y que por generación espontánea lleguemos a la turba incontrolable y sin líderes, de todos contra todos, hecho social ya conocido en Venezuela.

La oposición ramplona tiene características de cómplice por omisión ante estas realidades: obcecados por unas elecciones parlamentarias de dudosos resultados cuando acontezca, defienden sus predios entre rebatiñas intestinas y arreglos criticables, dejando al régimen improvisar, estirando una situación de futuro fatídico.

Si no nos entendemos, si lo que queda de Gobierno y Estado, no busca el principio de una corrección, el hambre y la anarquía se apoderarán del país. Lo que no se dan cuenta los “líderes”  de lado y lado es de la realidad y que miedo no hay.

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