Hacia la autocracia totalitaria

Lamentablemente, falsos opositores han preferido pragmáticamente un “poder” a medias, que la defensa categórica de los principios y valores de la democracia y el Estado de derecho. La defensa de esos valores debe ser, desde ahora, la gran tarea de las nuevas generaciones de la política en el siglo XXI venezolano

Con los fraudes electorales del 30-J y el 15-O de 2017, el sistema político venezolano perdió por completo los pocos rasgos y garantías democráticas que le quedaban, dentro de su clasificación como de autoritarismo competitivo. Desapareció toda posibilidad de competencia electoral.

Estamos ya en el tránsito de un autoritarismo consolidado a la autocracia totalitaria, siguiendo la clasificación más actualizada de los regímenes políticos. Es cada vez mayor el juego desigual entre Gobierno y oposición.

El régimen venezolano ha decidido, al margen de la Constitución, acabar con la oposición democrática como alternativa real de poder. Ha decidido construirse una “oposición” a su medida, en base al chantaje y la humillación.

Lamentablemente, falsos opositores han preferido pragmáticamente un “poder” a medias, que la defensa categórica de los principios y valores de la democracia y el Estado de derecho. La defensa de esos valores debe ser, desde ahora, la gran tarea de las nuevas generaciones de la política en el siglo XXI venezolano.

En Venezuela, el autoritarismo creciente degradará cada vez más al poder, en medio de un proceso progresivo de abolición de la soberanía popular. Esto es un grave retroceso histórico. Ya lo comenzamos a experimentar.

Un cuerpo fraudulento desde su origen, se ha burlado del voto de la provincia venezolana, para tener 18 gobernadores sumisos al centralismo autoritario y cuatro marionetas, fruto del chantaje, la humillación y la renuncia a los principios. Solo un GOBERNADOR electo, orgullo del Zulia y de Venezuela, se ha atrevido a desconocer al poder totalitario e inconstitucional de un régimen inmoral, corriendo todos los riesgos.

Con ello marcó el rumbo que debemos seguir todos de ahora en adelante. Por todo ello, con la misma firmeza del zuliano, debemos reconstruir cuanto antes a la oposición venezolana, con sentido de la ética y los valores.

Tenemos que rescatar a Venezuela en esta hora menguada de su vida política. Llegó la hora de la resistencia social ante un régimen autoritario, totalitario, autocrático y militarista, con una inteligente y única estrategia democrática. Debe ser la sociedad la que vigile al Estado y no lo contrario.

Requerimos visiones plurales con igualdad de oportunidades. Pero debemos actuar con rapidez. No puede ocurrirnos con esta autocracia totalitaria en ciernes, lo que Maquiavelo decía que ocurría con la tuberculosis, que “al principio el mal es difícil de reconocer y muy fácil de curar, pero con el transcurso del tiempo, al no haber sido atajado ni combatido, el mal se hace cada vez más fácil de reconocer, aunque también cada vez más difícil de erradicar”.

Es necesario entonces, pararle el trote a esta autocracia totalitaria que pretende adueñarse de todo y de todos. Es esta la gran tarea de los venezolanos del presente, si queremos presentar buenas cuentas a los que nos sucederán. 

 

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