El precio de los pocos billetes que circulen subirá como la espuma en el mercado negro, y seguirán escapándose por la frontera. Esta disparatada medida solo esconde la gravísima enfermedad de una economía en cuidados intensivos
Es inaudito, que en una economía en la que durante la última década, se ha dado una inflación acumulada de un millón por ciento y que ha reducido su PIB en casi 40 por ciento en términos reales, con un índice de pobreza de más del 80 por ciento, solo se repitan dos medidas cada cierto tiempo: aumentar nominalmente los sueldos y salarios para tener cada vez menos ingresos reales y hacer reconversiones monetarias, para crear un espejismo acerca del precio y el valor de los bienes y servicios en una economía desértica.
La última reconversión y el nuevo cono monetario anunciado por un régimen, que da vergüenza desde el punto de vista económico, nos coloca al borde de un caos de pronóstico reservado. Dentro de dos meses comprobaremos, que no tendremos ni billetes y monedas nuevas ni viejos. La crisis de efectivo paralizará al país, afectando de manera especial, a los sectores más débiles de la población no bancarizados; y en estos, el caos será descomunal en los puntos de venta y en las transferencias electrónicas.
Nadie puede entender, que un régimen que no ha podido sacar en más de un año de la circulación al billete de 100 del ya viejo cono, pueda poner en circulación en apenas dos meses, 15 mil millones de nuevas piezas monetarias del nuevo cono, integrado por ocho billetes y dos monedas. En dos meses es imposible recoger la moneda emitida durante los últimos 10 años, y más difícil aun, sustituirla por la nueva de elevado costo de emisión en un país quebrado.
Vamos tras los pasos de Zimbabue, país que todavía en 2009 le quitó 12 ceros a su moneda, en medio de un colapso total de su economía. En Venezuela, no tiene sentido alguna ninguna reconversión monetaria, en medio de una hiperinflación atroz, que no esté acompañada de medidas fiscales y monetarias serias, que enfrenten la crisis económica que atravesamos.
Estamos pues, en presencia de una reconversión efímera, que con una inflación del 80 por ciento mensual, en menos de un año, hará nulo el valor de los nuevos billetes. El precio de los pocos billetes que circulen subirá como la espuma en el mercado negro, y seguirán escapándose por la frontera. Esta disparatada medida solo esconde la gravísima enfermedad de una economía en cuidados intensivos. Es tomarse un anticonceptivo después de estar encinta. Es un irrespeto a los venezolanos, que generará un caos tan SOBERANO, que debería arrastrar consigo a quien aspira a continuar destruyendo la vida de los venezolanos.