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En un paraje boscoso del barrio Las Peonías, al norte de Maracaibo, en el sector Las Tuberías, unos niños hallaron enterrado el cadáver de un hombre. Estaba amarrado de pies y manos.
La novedad la registraron efectivos de la Policía regional a las 11.00 de la mañana. El terreno estaba repleto de cujíes y sus ramas secas cubrían la escena del crimen. Pero unos dedos salían de la arena y la suela de un zapato. La comunidad llamó a la Policía y varios motorizados se acercaron para constatar el hecho.
Cuando observaron la evidencia se quedaron en el sitio resguardando la escena a la espera de la Policía científica. Minutos más tarde llegó una comisión de la División de Homicidios para desenterrar el cadáver.
Los vecinos del sector no salían del asombro, se tapaban la nariz al no soportar el olor putrefacto, mientras averiguaban cómo los funcionarios hacían su trabajo, que duró media hora. Algunos esperaban poder verlo de cerca para saber si se trataba de alguien del barrio, pero el cuerpo ya entraba en su estado de descomposición y no se apreciaba el rostro.
Los delincuentes enterraron el cuerpo boca abajo, tenía las manos atadas con un mecate a la espalda. Los pies también estaban amarrados, mientras que en la cabeza se le notaba una herida, al parecer, producto de un golpe con un objeto contundente.
Vestía un jean, zapatos deportivos y una franelilla blanca. Era de tez morena, cabello negro y aproximadamente 1,70 de estatura. Los detectives tomaron evidencias del hecho y minuciosamente desenterraron el cadáver con la finalidad de hallar rastros de interés criminalístico.
Se presume que los victimarios lo ejecutaron en Las Peonías en horas de la noche y procedieron a enterrarlo, se cree además que intentaron incendiar el cuerpo, porque las manos tenían quemaduras. El cuerpo lo trasladaron al Cementerio Corazón de Jesús, desde donde se le harán los análisis correspondientes para determinar su identidad y proseguir con la investigación del suceso.