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Hace dos años María Gabriela Isler Morales le regaló al país la alegría de una nueva corona universal. Eso a pesar de cuando fue electa miss Venezuela en el año 2012 no contó con muchos adeptos; pero la venezolana logró conquistar, no solo a sus compatriotas durante su participación en el Miss Universo 2013, sino al mundo entero.
Elegante, sobria, segura y con una belleza indiscutible “Molly”, como cariñosamente le llaman, logró convencer al jurado de que tenía lo necesario, “y más”, para quedarse con el título de la mujer más bella del universo. Ese momento lo describe como “una montaña rusa de emociones” donde contó “con el cariño, amor y apoyo de todos mis seguidores y familia”. Así lo escribió en su cuenta oficial de la red social Instagram (@mollysler).
En la lucha social
María Gabriela ha estado trabajando arduamente en campañas de labor social con la organización Cisneros y, luego de dejar atrás su faceta de miss,manifiesta sentirse “más orgullosa que nuca de ser venezolana. Estoy muy comprometida con las causas que abanderó, como la lucha contra la violencia de género y la prevención del embarazo precoz”.
El mismo tiempo pasó para que una venezolana se coronara miss Universo nuevamente. Previo al triunfo de Isler, Dayana Mendoza (2008) y Stefanía Fernández (2009) registraban los últimos títulos alcanzados. Para ella ese momento no solo cambió su vida “sino también la de mi país. Luego de una extensa preparación, esfuerzo, disciplina y muchos ángeles en el cielo, Dios me regaló la dicha de convertirme en la séptima reina y embajadora de mi tierra en el mundo entero”.
LA MÁS RENTABLE
Su reinado fue el más extenso. 14 meses duró Molly con la corona y resultó ser la miss Universo más rentable de la organización que hasta el año pasado presidió Donald Trump. Las marcas “se mataban” por tenerla como imagen de sus productos lo que le generó grandes dividendos al empresario. Gabriela destaca que el concurso le dejó grandes experiencias, entre ellas conocer al papa Francisco y visitar Filipinas para prestar su colaboración luego del tifón que devastó la región. “Conocí mi verdadera pasión, devolver lo que recibo en trabajo humanitario. Mi visita a Filipinas fue la mejor actividad y creo que ese va a ser mi futuro”.