
Como parte de la cátedra Taller de redacción ciberperiodística I de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Doctor Rafael Belloso Chacín (URBE) los estudiantes presentaron una Crónica en la I Muestra Periodística
Un hombre sencillo también es capaz de aportar grandes cosas a la industria petrolera. Hernán Clavel obtuvo numerosos logros en los años prósperos de Venezuela. Al día de hoy, su contribución aún es utilizada, pero su rostro quedó plasmado en el anonimato.
Un hombre se encuentra a solo dos pasos de un ascensor, puertas plateadas esperan por él, luciendo relucientes desde afuera, pero su interior guarda una historia. La historia de un inventor que soñaba con trabajar en las empresas más importantes de petróleo en Venezuela.
Hernán Clavel camina confundido al interior, los pasos retumban en el desolado silencio que abundaba en el lugar, sus manos inquietas aprietan el primer botón, iniciando su historia. Los cables del ascensor se tensaban, a la vez, que su corazón. Ha llegado al primer piso. Las puertas se han abierto.
Primer piso
Solo puede observar a un niño jugando con unos adultos, sus ojos oscuros reconocen el lugar, es la casa de su infancia, en Punta Icotea, ubicada en Cabimas.
Un hogar llenó de plantas, cuidadas por su madre, amante de la naturaleza, dándole vida a la antigua casa. Un naranja se apreciaba en las paredes, el sol se asomaba en unas ventanas blancas recién pintadas, combinando con el pintoresco recuerdo del pasado. En estos momentos, recuerda con exactitud esa época.
En su niñez no había muchas responsabilidades. Los días de las semanas, transcurrían en juegos y diversión con sus familiares. Los lunes, cuando llegaba su padre del trabajo, le hacía la pregunta: ¿Qué quieres ser cuando seas grande?
A sus 8 años, era muy pequeño para comprender el mundo de los adultos. Las responsabilidades que existirían a los largos de los años, las dificultades para lograr un sueño. Solo contaba con un conocimiento básico y ganas de aprender.
Un pequeño que admiraba a su padre, trabajador de Creole Petroleum Corparation, una empresa petrolera privada, conocida por ser la primera productora de petróleo a nivel mundial. En ese tiempo, compañías estadounidenses empezaron a interesarse en un país petrolero, como Venezuela.
La Creole Petroleum Corparation, fue creada a partir de la empresa Standard Oil de Nueva Jersey. Ella tenía sus tres vertientes: la Standard Oil Company de Venezuela creada en 1921, siguiéndole Lago Petroleum Corporation en 1923 y el Creole Syndicate en 1920. Todas ellas trabajaban individualmente hasta su fusión en los años 40
Hernán Clavel soñaba con posicionarse en Creole Petroleum, principal compañía petrolera durante casi medio siglo, cada día sus ojos ingenuos veían con admiración los edificios de la empresa, ubicados en una misma hilera, gente saliendo de ellos, sus luces brillantes iluminando la calle, mostrando una Venezuela en desarrollo.
Segundo piso
Perdido en recuerdos de la niñez, llega al segundo piso. Se encuentra con el comienzo de su formación académica. Los años en Venezuela, eran prósperos. El gobierno viendo el crecimiento industrial, decidió crear la Escuela Técnica Industrial de Cabimas. En esa época era lo único que le quedaba cerca a Hernán Clavel, estudiando, descubrió su pasión por los números.
Le tomó seis años graduarse de Técnico en la Escuela Técnica Industrial de Cabimas. Un día se encontró trabajando en Elca, empresa de telecomunicaciones en Venezuela, se destacó entre diversas mentes brillantes. Hasta que llegó el día, Lagoven S.A había puesto sus ojos en él.
Tercer piso
El ascensor sigue desplazándose hacia arriba. El tercer piso representa su adultez, recordó los primeros pisos con añoranza, pensando en una juventud pasada.
Se vio reflejado en el piso de Lagoven, una compañía que descubrió su talento. La empresa petrolera venezolana, filial de Petróleos de Venezuela, S.A (PDVSA), operó los negocios de exploración, producción, refinación y comercialización de petróleo y derivados durante 22 años.
Una empresa que se convirtió en una representación cultural de la Venezuela contemporánea. Hernán Clavel deseaba resaltar entre el talento venezolano y trabajó hasta el cansancio por una oportunidad, la cual llegó con el “Mata Remota”, el invento, apagaba a distancia una planta, cuando algo se dañaba, evitando gastos por desplazamiento en lanchas al lago de Maracaibo.
En ese tiempo, se sentía lleno de pasión, cuando explicaba la funcionalidad de su invento: “Una remota, es un equipo electrónico que controla y supervisa alarmas en las instalaciones petroleras. Habían ocasiones en las cuales se activaban por daños en los componentes de las tarjetas, sin embargo, no pueden realizar controles cuando presentan errores de comunicación y desde el control supervisorio son puestas fuera de servicio sin necesidad de paralizar la producción u ocasionar inconvenientes”.
Con esto, se pudo posicionar como unos de los trabajadores más competentes de la empresa, por más de 10 años, estuvo en su amado Lagoven. Nunca olvidaría su historia en ese lugar.
La empresa fue como su segundo hogar, pensaba en ella con alegría, aun al saber de su eliminación. PDVSA cambiaba su estructura funcional, anunciando el cese de las actividades de Lagoven en 1997. Esto significaba un nuevo comienzo para la nueva generación. Las antiguas instalaciones de Lagoven, siempre estarán llenas de historias, de jóvenes creyentes en una Venezuela próspera.
Hernán Clavel, pasó parte de su adultez y vejez, en compañía de su familia, contando historias sobre su época en Lagoven.
Al cerrar las puertas del tercer piso, pudo recordar su vida, los malos y buenos momentos. Todos ellos lo definían como persona. Su mirada brillante por las lágrimas contenidas, observaba el ascensor a la espera del final.
Ultimo piso
Llegó a su destino, observa con miedo la habitación. Un cuerpo envejecido por la edad, personas alrededor de él, entiende lo que está pasando. Su muerte es inevitable, ha llegado el momento de la despedida. El hombre nostálgico abraza a la muerte como una vieja amiga. Sus cenizas fueron llevadas al Boulevard de Cabimas, esparciéndose entre la espuma de las costas del lago, despidiéndose de su querida y nunca olvidada, Punta Icotea.
Los planos llenos de polvo, son prueba de lo que fue alguna vez la industria petrolera de Venezuela. En el ascensor, las luces se apagan, solo queda una oscuridad infinita en la cabina. El desolado lugar logró su cometido, contar la historia de un inventor.
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