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El sol imponente de la tarde sacó a un grupo de asaltantes para cometer fechorías. Los cinco atracadores llegaron en un auto escape de la avenida 11, en el sector Veritas. En ese momento pasó una patrulla, los vecinos le hicieron señales a los policías y denunciaron el atraco.
Los delincuentes corrieron. Uno de ellos se escondió en la fosa de una cauchera, en la misma avenida. Mientras que el otro corrió y se escondió en una casa de la avenida 13 y los tres restantes disparaban contra los oficiales William Álvarez, Rodulfo Ortiz y Luis Moreno, adscritos a la Policía regional.
Los uniformados no se percataron del escondite. Continuaron y desde el interior de la casa 84A-11 el malhechor los recibió con tiros, usaba un arma automática de alto calibre, resaltó un policía regional. El otro antisocial aprovechó y salió de la fosa, con su arma apuntaba a los presentes para que no lo delataran y escapó en la patrulla 104, rotulada con la insignia del cuerpo de seguridad. Luego la abandonó en el sector Primero de Mayo, cerca del ambulatorio Padre Pío.
En la balacera, Ortiz recibió dos impactos de bala en las costillas, Álvarez uno en un glúteo y Moreno, quien estaba desarmado, recibió uno en un brazo. A todos los trasladaron a una clínica en la calle Falcón. Solo Ortiz estaba en estado crítico.
Los refuerzos no tardaron en llegar y los funcionarios se dividieron para peinar la zona, pero no tuvieron éxito. No encontraron rastros de los gatilleros. Visitaron los establecimientos para pedir los videos de las cámaras de seguridad y así tratar de identificar a los bandidos.
Cuando la situación se calmó, un grupo de oficiales se dedicó a colectar los casquillos de las balas. En el pavimento también quedaron los rastros de sangre. El propietario de la casa donde se escondió el ladrón contó que las balas no paraban, en la pared del frente quedaron más de seis huecos.
Por grabar
Una vecina grababa todo el movimiento policial después del tiroteo. Un oficial la vió y a la fuerza quería quitarle el teléfono móvil. Con arma en mano le ordenaba que se lo entregara a lo que la dama se negó.
El resto de la comunidad se alzó en defensa de la mujer y la rodearon. Un joven la abrazó y pegado a la cerca de un edificio evitó que el uniformado cometiera su objetivo. Finalmente el policía cedió y dejó tranquila a la lugareña, quien decidió irse a su residencia.