
Lyosha, de nacionalidad rusa, logró sobrevivir a un accidente, en el cual su padre, en estado de alucinación, lo lanzó a los 2 años de edad dentro de un horno de fuego con su hermano en la fiesta de Año Nuevo
Lyosha sobrevivió cuando su papá en estado de delirio lo lanzó junto con su hermano bebé dentro de un gran horno de leña durante la celebración del Año Nuevo. En ese tiempo era un niño de dos años y sufrió que maduras de segundo y tercer grado en su cabeza, brazos, hombros y pulmones. Su hermano menor murió a los 14 meses luego de la tragedia.
El ciudadano ruso es originario de Siberia, en una zona de pobreza, por ello sus parientes pidieron donaciones para su tratamiento. Su familia lo sacó de Buryatia, porque su madre no podía mantenerlo. Por lo tanto, se mudó a Moscú a la casa de una familia que lo cuidase.
Tardó, una década en recuperarse a través de cirugías, rehabilitaciones e injertos de piel. Por lo tanto, a sus 16 años viajó a Suiza, Estados Unidos, Alemania, Francia, Lituana entre otros países para recuperarse en clínicas y centro de rehabilitación, declaró Loysha.
“Una discapacidad puede brindarte una nueva forma de ver el mundo, e incluso nuevas oportunidades, pero es importante no dejar que toda tu vida gire en torno a ello, porque eso puede acabar contigo”, afirmó.
El documentalista y fotógrafo Pavel Volkov tomó una serie de imágenes como símbolo y representación de la vida de Lyosha.
Al cumplir los 16 años solía bromear, reír al respecto y decir: “mira, mi piel es como la arena de la playa”. No obstante confesó que antes odiaba a la gente porque lo trataban como si fuese una especie de animal. “En un momento me empezó a gustar la psicología. Me ayudó mucho a entender lo que pasaba. Y el odio sencillamente desapareció. Lo dejé ir”, rememoró.
Lyosha explicó que la gente le tiene miedo a lo que no conoce y te odia o siente curiosidad y quiere conocerte. Él utiliza constantemente frases como “segundas oportunidades” o “escapes afortunados”. Además, reflexionó que el accidente no fue su elección pues era pequeño y si el resultado hubiera sido diferente, estaría muerto y no se hubiese podido hacer nada.
El joven ruso no le tiene miedo al fuego. Más bien le encanta y se identifica con la historia mítica del ave fénix que se enciende en llamas cuando muere para renacer de las cenizas, esto para él simboliza la vida eterna con el triunfo sobre la muerte. “Amo el fuego. Amo los fogones. Sé que la gente que se ha quemado antes puede sentir miedo (al fuego). Pero yo no veo el sentido de tener miedo. Me gusta su luz, su calor, es hermoso. Puedo mirarlo durante horas”, reveló a la BBC.
Lyosha actualmente vive y estudia en Moscú y tiene una buena relación con su padre biológico, el cual salió de prisión. Además enfatiza que ya superó el incidente. Pues, para él no se trata de perdonar, porque ya lo perdonó hace mucho tiempo. Ahora, simplemente “hablan como gente normal”.
“Nunca lo odié. Seguramente él pensaba que yo estaba furioso con él. Pero cuando nos encontramos, cuando volví a Buryatia, hablamos. Le dije todo y ahora nos escribimos cartas y nos mantenemos en contacto”.