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Carlitos tiene 12 años y arrastra una carretilla repleta de verduras por el centro de la ciudad. Al menos carga consigo 30 kilos a cuestas. Como él hay niños y niñas en todo el mundo que no disfrutan su niñez por trabajar forzosamente para comer al menos una vez al día y cada 16 de abril se conmemora el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, precisamente para recordar que aún en el siglo XXI continúa esta situación.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) registra unos 215 millones de niños en situación de esclavitud en todo el mundo. Entre las actividades a las que son sometidos se encuentran trabajos agrícolas, en minas, explotación sexual, matrimonio forzoso, esclavitud doméstica, trata infantil, reclutación para la guerra o como vendedores ambulantes.
No muy lejos de Maracaibo hubo un repunte de niños trabajadores indígenas que se disparó a finales de agosto de 2015, cuando Nicolás Maduro, presidente de la República, declaró el cierre de la frontera, según publicó el periódico El Wayuunaiki.
La Fundación Telefónica informó que la esclavitud infantil afecta su desarrollo físico y mental, interfiriendo con la asistencia escolar, el tiempo y el dinamismo para cumplir con sus actividades, deberes escolares, bajo rendimiento o abandono familiar que impide su desarrollo físico, afectivo, social e intelectual.
Hoy, Carlitos trabaja por las calles acompañado por su carretilla y el sol. La escuela quedó atrás, al igual que cualquier muestra de afecto proveniente de su familia. Las cicatrices de la vida son evidentes en su piel al igual que su triste mirada que refleja el anhelo de un cambio para bien.
Mundo de abusos
El día es homenaje a Iqbal Masih, un joven pakistaní de 12 años que fue asesinado 1995. Cuando tenía cuatro años, el pequeño fue vendido por su padre a una fábrica de alfombras porque necesitaba un préstamo para pagar la boda de su hijo mayor.
El trato se dio y para saldar la deuda, Masih trabajaba 12 horas al día, pero los intereses impidieron que la deuda dejara de crecer. Con 10 años, este asistió a un mitín sobre derechos humanos y consiguió su libertad a través de una campaña del Frente de Liberación del Trabajo Forzado convirtiéndose en un activo luchador contra la esclavitud infantil.
El joven denunció la situación de millones de niños pakistaníes que estaban en su situación y consiguió que el Gobierno cerrara las empresas de alfombras. Recibió premios internacionales e incluso con el dinero proveniente de estos abrió una escuela. Mientras conducía su bicicleta por las calles de su país fue asesinado, por lo que distintas ONG establecieron el 16 de abril como el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil.