Hoy se celebra el Día de los Abuelos 

(Foto: Referencial)

La Iglesia católica celebra este 26 de julio el Día de Santa Ana y San Joaquín quien en vida fueron los padres de la Virgen Maria. Ambos santos son considerados patronos y protectores de los abuelos 

La Iglesia católica celebra este 26 de julio el Día de Santa Ana y San Joaquín quien en vida fueron los padres de la Virgen Maria por lo tanto los abuelos de Jesús de Nazareth. 

Santa Ana y San Joaquín son considerados patronos y protectores  de los abuelos. Desde el seno de la iglesia manifestaron, que en tiempos difíciles resulta imprescindible “un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos”.

El nombre de los padres de la Santísima Virgen María, son conocidos gracias al evangelio deuterocanónico, más conocido como «El proto-evangelio de Santiago».

El culto a Santa Ana, se documenta en el Oriente, alrededor del siglo VI, en Occidente en el siglo X; el culto a San Joaquín, en el siglo XIV. En el rito bizantino, el 25 de julio, nos recuerda la dedicación de Constantinopla de una basílica en honor de Santa Ana.

De acuerdo con la tradición, Santa Ana (Hannah en Hebreo, que significa gracia) nació en Belén y se casó con Joaquín, un próspero ganadero (que significa Yahweh prepara) oriundo de Nazareth, ambos descendientes de David.

Protoevangelio de Santiago 

Para Joaquín, había algo que atormentaba su corazón día a día, era el hecho de haber llegado a la ancianidad sin poder procrear descendencia alguna. Afligía más su corazón, el hecho de saber que de entre las 12 tribus de Israel, era el único que no había engendrado vástago. Atesoraba en su corazón, aquella historia en la que Dios le daba un hijo a Abraham en la ancianidad. Por ello, se fue al desierto, instaló su carpa y ayunó 40 días y 40 noches. “No comeré ni beberé hasta que el Señor, mi Dios, me visite, y la oración serán mi comida y bebida”.

Este hecho pesó mucho en el corazón de Ana, quien ahora entre lágrimas se afligía diciendo: “Lloraré mi viudez y también llorare mi esterilidad”.

He aquí que un Ángel del Señor se le aparece a Ana y le dice “El Señor ha escuchado y atendido tu súplica, concebirás y parirás y se hablará de tu primogenitura en toda la tierra”.

A lo que Ana respondió: “Tan cierto como que el Señor, mi Dios vive, sea varón, sea hembra, lo llevaré como ofrenda al Señor, y permanecerá a su servicio todos los días de su vida«.

Lo mismo sucedió a Joaquín. Un Ángel se le presentó haciéndole saber que “El Señor ha oído y aceptado tu ruego. Sal de aquí porque tu mujer, concebirá en su seno”.

Y he aquí que Joaquín llegó con sus rebaños, y Ana, que lo esperaba en la puerta de su casa, lo vio venir, y, corriendo hacia él, le echó los brazos al cuello, diciendo: “Ahora conozco que el Señor, mi Dios, me ha colmado de bendiciones; porque era viuda, y ya no lo soy; estaba sin hijo, y voy a concebir uno en mis entrañas”. Y Joaquín guardó reposo en su hogar aquel primer día.

Juntos como esposos, criaron a María para convertirla en un paragón de virtud. Así de muy niña, María fue presentada en el templo y consagrada como sierva del Señor, tal y como Ana lo había prometido.

 

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