Identifican a los asesinos de la administradora

Uno de los maleantes huyó después chocar el carro de la víctima durante la persecución, los detectives están tras su pista. Los familiares de la administradora aseguran que reconoció a uno de sus verdugos y por eso la mataron

Como Juan Daniel Zara Labarca (17), Leonel David Echeverría Rodríguez (22), Manuel David Díaz (19), Reny René Carrasquero Reyes (19) y Rony René Carrasquero Reyes (21), su hermano, quedaron identificados, ayer en horas de la mañana, cinco de los seis asesinos de Ruth Granado González, de 43 años, administradora del diario Panorama. Tras enfrentar a las comisiones de tres cuerpos policiales resultaron ultimados en una zona enmontada del sector Cañada Honda.

Durante una rueda de prensa ofrecida en la sede de la Policía científica en Altos del Sol Amado, Giovanny González, jefe de esa delegación, comentó que los delincuentes pertenecían a la banda criminal “Los Suicidas”, dedicada al robo, extorsión y asesinato de taxistas. La Pastora, Los Claveles, Cañada Honda, son los sectores del municipio Maracaibo donde acostumbraban a perpetrar sus fechorías.

Luego que los detectives del Eje de Homicidios del referido organismo policial, recibieran la notificación sobre la desaparición de la dama, iniciaron las averiguaciones pertinentes al caso. En conjunto con los funcionarios de la Dirección de Inteligencia y Estrategias Preventivas y la Policía regional desplegaron un operativo para encontrarla.

La familia de la víctima aportó datos. Cuando la muchacha salía del periódico donde laboraba, a las 5.00 de la tarde, en su vehiculo Chevrolet Spark, gris plomo, placa AC813LK, buscaba pasajeros en el trayecto. Las características del carro le permitieron a los sabuesos dar con el paradero de los antisociales.

Desde el pasado miércoles en horas de la tarde, las comisiones policiales recorrieron la capital zuliana en búsqueda de la desaparecida, hasta que avistaron un automóvil parecido al suyo. En su interior iban dos jóvenes en actitud sospechosa, los oficiales les exigieron que se detuvieran, no acataron, prefirieron escapar.

Contra el tronco de un árbol colisionaron los ladrones a la altura del sector Amparo, cerca de su guarida. Al verse acorralados por los efectivos descendieron del Spark, cerraron la puerta metálica detrás de sí y corrieron en dirección a un terreno baldío, en Cañada Honda, así lo detalló González.

Los uniformados “no podían permitir que escaparan”, abandonaron las patrullas y los siguieron. Al atravesar el callejón por donde se metieron los criminales, cuatro integrantes de la organización delictiva desenfundaron dos revólveres Smith & Wesson, calibre 38, una pistola calibre 22, una escopeta recortada, sin marca ni serial visible, una escopeta calibre 12 y otra calibre 16. 

Producto del intercambio de disparos los vándalos cayeron muertos sobre el suelo arenoso. De inmediato los subieron a las unidades de patrullaje con destino al Centro de Diagnóstico Integral de Amparo. Los médicos de guardia certificaron sus decesos minutos después.

Mientras el equipo de criminalística del Eje de Homicidios de la Policía científica, realizaba las experticias en el lugar donde se produjo el careo, hallaron el cadáver de la administradora enterrado en un montículo de arena. Procedieron a sacarlo, estaba maniatado, la sangre que fluía de su cuello y espalda corría en abundancia.

La banda no solo se conformaba con asaltar a los taxistas, también robaba cables de electricidad para extraer el cobre y venderlos en Curazao, aseguró González. De manera extraoficial trascendió que esta organización criminal cuenta con 16 miembros, de los cuales liquidaron seis.

Dolientes

Sentada en uno de los muros rojos que rodea la morgue, Ada Romero, tía de Manuel David Díaz, no paraba de llorar y lamentarse. Con un nudo en la garganta comentó que el muchacho acababa de terminar el bachillerato, era responsable, nunca tuvo problemas con nadie.

Lo único que sabía sobre su muerte se lo comentó un funcionario. Su sobrino participó en el robo de un vehículo, asesinó a una mujer y luego se enfrentó con las comisiones mixtas de la policía.

Mientras el ama de casa conversaba con los medios de comunicación, Manuel Díaz, padre del antisocial, repetía: “A mi hijo lo mataron por inocente”. Las lágrimas le corrían por el rostro, sudaba y estrujaba sus manos con fuerza cuando observó como los auxiliares de autopsia bajaban de la furgoneta el cadáver de su hijo con la boca destrozada.

Los familiares del occiso aseguran que el pasado jueves a las 12.30 del mediodía, salió de una casa ubicada en la calle 87-E del barrio Monte Santo, iba a visitar a su novia, pero en el camino se detuvo a conversar con unos amigos. No volvieron a saber de él hasta que un allegado les informó que estaba muerto.

A dos metros de distancia, permanecía sentada bajo la sombra de un árbol Luz María Granado Anzola, hermana de la víctima, lloraba sin consuelo cada vez que recordaba la forma en que la mataron. Como el sueldo que ganaba la joven en la casa editorial no le alcanzaba para cubrir sus gastos decidió colocarle un letrero de taxi a su carro.

El día del asesinato, la infortunada llamó por teléfono a unos amigos, ninguno le respondió. Por las horas en las que realizó las llamadas debió encontrarse en compañía de los antisociales, aseguró Luz.

Reconstrucción

El pasado miércoles a las 5.00 de la tarde, la administradora terminó su jornada laboral. Agarró la cartera, cerró la puerta de vidrio y salió del periódico en su vehículo. En el trayecto un par de jóvenes extendieron el brazo derecho para solicitarle una carrera, había colocado el letrero de “Taxi Mérida” en el parabrisas.

Embarcó a los pasajeros a la altura del centro comercial Centro Sur, en la Circunvalación 2, sin imaginar lo que ocurriría minutos después. Al poco tiempo que comenzaron a rodar en el Spark hacia el supuesto destino, los delincuentes la sometieron. “Esto es un atraco”, decían.

Con una navaja en la garganta, la víctima condujo hasta el barrio Monte Santo, parroquia Cacique Mara del municipio Maracaibo, donde el resto de los miembros de la banda criminal “Los Suicidas” aguardaban. 

Los criminales bajaron a la muchacha del carro, le propinaron cinco puñaladas en el cuello y le dispararon dos veces con un arma de fuego en el pecho. Luego cargaron el cadáver, le amarraron los pies y las manos, le colocaron una piedra y lo lanzaron a un jagüey.

Como el cuerpo sin vida de la muchacha flotaba decidieron sacarlo del agua y enterrarlo ahí mismo. Los detectives de la Policía científica presumen que reconoció a uno de sus verdugos y por eso la mataron.

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