El
Primero intentaron sacarlo por arriba, pero se dieron cuenta de que no se podía. Su cabeza no pasaba por el hueco. Entonces tomaron una motosierra y cortaron el tubo. No fue fácil porque era muy grueso, pero lo lograron.
Tampoco era sencillo liberarlo así, porque estaba atorado. Con mucha delicadeza, uno de los bomberos le metió las orejas para adentro y de a poco lo fue empujando.
Finalmente, el gato salió por la parte cortada. Ni bien pisó el suelo huyó a toda velocidad.
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