Fallas estructurales que han frenado el crecimiento durante décadas y la incertidumbre respecto a los efectos de las políticas del nuevo Gobierno se conjugan para empañar las perspectivas económicas de México y poner en entredicho las metas del presidente Andrés Manuel López Obrador
El producto interno bruto (PIB) de México se contrajo 0,2 % en el primer trimestre de 2019 frente al periodo octubre-diciembre del año anterior.
Pese a ello, el izquierdista López Obrador, quien llegó a la Presidencia el 1 de diciembre de 2018 gracias a su aplastante triunfo electoral del 1 de julio de ese año con 53 % de los votos, mantiene su promesa de cerrar este año con un crecimiento económico de 2 % y terminar su mandato con un promedio anual de 4 % en 2024.
Carlos Elizondo, académico e investigador del Instituto Tecnológico de Monterrey, señaló que “no es inusual que el primer año de un sexenio (gubernamental) empiece mal”.
Citó como ejemplos a Vicente Fox (2000-2006) y Enrique Peña Nieto (2012-2018), que arrancaron con un crecimiento “muy bajo que tiene que ver sobre todo con una estrategia del control del gasto”.
“Y en esta Administración esto ha sido mucho más profundo. No solo se ha controlado como nunca el gasto corriente, sino que se han cambiado procesos de compra y, algo realmente inédito, se han cancelado obras que tenían un avance importante, como el aeropuerto en Texcoco”, señaló.
Como resultado, el doctor y maestro en Ciencia Política por la Universidad de Oxford indicó que se ha producido una caída en la demanda agregada “y eso ha tenido un impacto en la economía”.
El Banco de México revisó en mayo a la baja la previsión de crecimiento del PIB para 2019 de un rango de 1,1 % a 2,1 % a uno entre 0,8 % y 1,8 %. Para 2020 mantuvo un intervalo de crecimiento esperado de 1,7 % a 2,7 %.
El catedrático sostuvo que estas perspectivas se relacionan con “factores estructurales que en las últimas décadas han hecho que el crecimiento sea muy bajo”, entre los que destacó la magra productividad del trabajo en México.
Para subsanar esta falla, dijo, se requeriría de “una reforma educativa, que se echó para atrás, un cambio en la ley laboral en otro sentido del que se hizo, y una inversión pública de alto nivel en sectores clave”.
“Y lo que vemos es una inversión pública que se ha concentrado en proyectos que no están debidamente analizados en su rentabilidad y su factibilidad”, añadió en referencia a los planes para construir el Tren Maya en la Península de Yucatán y una refinería en el estado de Tabasco, y rehabilitar otras seis.
Por otro lado, mencionó que los cambios en la forma de ejercer el gasto público para evitar la corrupción, otro de los grandes problemas estructurales, deberían generar beneficios a mediano y largo plazos. “Está por verse si eso se cumple”, manifestó.
Por su parte, Abraham Vergara, académico de la Universidad Iberoamericana, criticó la “terquedad” de López Obrador en programas de infraestructura como el Tren Maya, las refinerías y el aeropuerto de Santa Lucía que planea construir en lugar de la cancelada terminal de Texcoco.
“Eso no le da un Estado de derecho al país, y eso espanta a los inversionistas”, expuso.
Se refirió a la firma el pasado 13 de junio de un convenio entre el Gobierno y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en que los empresarios prometieron a invertir unos 32 mil millones de dólares en 2019.
“Pero no dijeron ni en qué ni cuándo. Después de esa reunión ha habido voces de empresarios que han dicho que el Gobierno no les está dando certeza”, dijo Vergara.
Con ello, el analista aludió a las declaraciones del presidente del CCE, Carlos Salazar, quien expresó sorpresa. “Por un lado, firmamos un convenio para promover la inversión, entre otras cosas del sector energético, y por otro lado, esta sorpresa que sin decir agua va se cancelan los contratos” para asociarse con Petróleos Mexicanos (Pemex), dijo.
A ello, López Obrador replicó: “Cómo otorgar más contratos si los que se suscribieron no están dando buenos resultados”.
Respecto al plan de rescate a Pemex con unos cinco mil 555 millones de dólares de fondos públicos anunciado el 15 de febrero, Vergara apuntó que “se le está metiendo dinero a la empresa petrolera más endeudada del mundo”.
“Esto va a repercutir en el grado de inversión de México, ya lo empezamos a ver en que nos han cambiado la tendencia a una tendencia a la baja”, declaró.
De hecho, pocos días después del anuncio del rescate a Pemex, la agencia calificadora Moody’s consideró que el plan “no solo afectará los ingresos del Gobierno, sino que, en general, si la confianza del mercado no mejora, Pemex requerirá un respaldo soberano adicional en 2020 y más allá, erosionando las finanzas del Gobierno”.
“Si no hay un cambio en la dirección, difícilmente para el final del sexenio estemos alcanzando los niveles de 4 % de crecimiento que se plantearon desde la campaña”, puntualizó Vergara.
En respuesta a las críticas de analistas y firmas financieras, López Obrador asegura habitualmente que él tiene otros datos, y otra visión, de la realidad económica de México.
Buena parte de esta información la compartirá este 1 de julio en el Zócalo capitalino, donde celebrará un magno evento un año después de su gran triunfo electoral.