Desde
El “drama” de los pacientes trasplantados y de las personas que esperan por un trasplante no parece terminar. Protestas, comunicados, reclamos, falta de medicamentos, pérdidas de órganos y hasta muertes, forman parte de un panorama que apaga sus vidas de manera silente frente a la “cómplice” mirada gubernamental.
Niños, jóvenes, adultos y abuelos sufren el riesgo diariamente de perder sus órganos debido a la ausencia de los fármacos y tanto la zozobra como la incertidumbre los “consume” al no conseguirlos. La organización Amigos de los Trasplantados explica que la ausencia de cuatro inmunosupresores fundamentales hace que la situación sea “extremadamente grave”.
Desde el 2015, existe el problema con los fármacos y así lo hizo saber la Organización Nacional de Trasplante de Venezuela (ONTV), al alertar que ante la crisis en el suministro de medicamentos inmunosupresores, los pacientes con requerimientos de trasplantes y trasplantados están “sensiblemente” afectados y eso trae como consecuencia la sobrevida del injerto, calidad de la salud y amenaza de muerte.
Carencias y tormentos
Las deficiencias de disponibilidad debido a interrupciones, ausencias y cambios no consultados a los médicos tratantes, además de la ausencia del tratamiento inmunosupresor de inducción indispensable al momento de realizar el trasplante para evitar el rechazo del injerto, generó la paralización de los trasplantes en todo el país.
El tacrolimus, uno de los medicamentos incluidos en el protocolo de tratamiento en más del 50 por ciento de los pacientes trasplantados, no se consigue, caso similar al de los reactivos que se utiliza para medir los niveles de los pacientes, debido al “galopante” desabastecimiento que dificulta su apropiado control de salud en la evolución post trasplante.
La lista de medicamentos ausentes la terminan de engrosar otros como prograf, ciclosporina, imuran o cellcept, todos regulados por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) e importados al no producirse en el país. Una nota, publicada en el diario El Nacional con fecha de 12 de junio, deja constancia de la teoría “progobierno”, que en palabras de Carlos Rotondaro, presidente de la institución, negó que existiese una crisis humanitaria, puesto que hay “capacidad para atender, dar respuestas y trabajar en la resolución de los problemas”.
Más que cifras
Las historias humanizan las cifras. Se reportan al menos dos fallecidos en diciembre por dejar de tomar sus medicamentos, otros con rechazo de órganos como el caso de una joven, de 15 años, que presentó problemas con el trasplante de su hígado por la misma situación y unas nueve personas que se encuentran en proceso de rechazo, de los cuales al menos la mitad son niños.
Francisco Valencia, director de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida), detalló que los días de los pacientes son intranquilos y angustiantes, ya que la operación buscaba que estos retomaran su calidad de vida, pero hoy solo queda la mortificación. “Es un terror tanto para él como para su familia por no conseguir los medicamentos y el miedo es insoportable al saber que perderá el órgano trasplantado”.
La suspensión de los trasplantes de cadáveres en Venezuela se suman a la paralización de estos procedimientos en hospitales públicos de vivo a vivo, debido a la falta de insumos, condiciones hospitalarias y medicamentos requeridos al momento de la intervención. Por su parte, el grueso de clínicas privadas que estaban en capacidad de llevarlos a cabo, cesaron sus operaciones al “no tener sentido trasplantar a una persona cuando no conseguirá los medicamentos para su preservación”.
Sin precedentes
Para Valencia, es la peor crisis que han vivido en más de 15 años y que agravó progresivamente en las últimas cuatro semanas. “Ya no podemos solventar la situación porque las reservas que teníamos para nosotros y para darle una mano a los compañeros se agotaron por completo. Las ayudas que tenemos son para casos puntuales”.
La “emergencia lastimosamente” no tiene respuesta y a diferencia del año pasado, en el que existían ausencias intermitentes de algunos fármacos, aproximadamente de un mes, en la actualidad es “absoluta y prolongada” alcanzando hasta los tres meses.
La procura de órganos en Venezuela cayó durante los últimos años y esa situación ocasionaba que un paciente esperara hasta dos años para ser intervenido. En la actualidad, la espera es “indefinida” al estar suspendidos, arrebatando lentamente la “esperanza” de miles de personas que sobreviven al “tsunami de desgracias”.