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El comienzo de un nuevo año implica momentos de reflexión, que lleva a las personas a plantearse cambios con el fin de alcanzar el mejoramiento individual, para iniciarlo con ánimo y buena energía. Es una ocasión oportuna para considerar cómo potenciar una disposición favorable, lograr que sus efectos perduren y se tornen en un hábito, que brinden los beneficios deseados.
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La actitud no es más que la capacidad que tienen las personas para reaccionar ante las distintas experiencias vividas. Asimismo, influye en la manera cómo los individuos asumen estas vivencias, en su estado de ánimo y en las respuestas emocionales que demuestran. Esta facultad es aprendida, ya que se forma en base a las distintas circunstancias que afrontan los individuos.
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El pensamiento positivo entonces, impactará en la forma de entender esas situaciones para concentrar todas las energías en lo favorable y no en lo negativo, de manera que permita avanzar y ser optimistas. Con el fin de fomentar una actitud positiva, a lo largo del año venidero, se necesita fortalecer el positivismo, pero esto no se logra de la noche a la mañana, es un proceso paulatino que debe aprenderse poco a poco.
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Con el fin de potenciar ese equilibrio, y así lograr una actitud más favorable obteniendo el mejor aprendizaje de las distintas circunstancias, es propicio cultivar una actitud positiva, para lo cual es recomendable empezar con un balance. Para sacar ventaja de las experiencias vividas es preciso iniciar el año realizando un análisis de todas esas situaciones que pudieron servir de lecciones y que no fueron aprovechadas por la falta de optimismo.
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Asimismo, se debe aprender a pensar en positivo. Es importante reconocer cuáles son esas ideas dañinas, extremistas o irracionales, que impiden observar el lado bueno y tratar de detenerlos de manera consciente, aceptando que todas las experiencias vividas, hasta las negativas dejan una enseñanza.
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Además, no podemos dejar de practicar la motivación, pues es un factor interno determinante para motorizar el positivismo en las personas, mediante el impulso o la voluntad necesaria para tomar medidas que permitan lograr esa conducta positiva deseada. Puede verse afectada por las distintas situaciones que afronta el individuo.
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Por otro lado, es muy difícil comenzar el año nuevo con actitud positiva, sin tener en cuenta la unión familiar, recordando que cada uno de sus integrantes tiene su rol y su valor. Es el momento para hacer un diagnóstico en cuanto a la relación, a la comunicación y al respeto demostrado ante las diferencias individuales, existentes entre sus miembros.
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Existen muchos aspectos que determinan la formación de la actitud, como los valores, las experiencias, las creencias, el entorno, entre otros. Por otro lado, quienes demuestran una actitud positiva ante todo, se caracterizan por ser personas optimistas con una óptica favorable para evitar reacciones negativas y encontrar el mejor camino.
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Cultivar esta habilidad permite además fortalecer las condiciones emocionales adecuadas para alcanzar las metas deseadas. Por eso hay que aprovechar este nuevo ciclo con el año que inicia para reinventarse, empezar con disciplina y apertura, para lograr un mejoramiento individual, ganando el optimismo necesario.
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