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No cabe la menor duda, que la corrección de los desequilibrios para enderezar el rumbo de la economía requiere una buena dosis de sensatez y pragmatismo. Hay que olvidar la conseja del alto Gobierno que todos los problemas derivados de este modelo económico fracasado, son atribuibles a una supuesta guerra económica, no reconociendo que en gran medida son producto del desacierto y errores de las políticas implementadas. Habría que tener la humildad y reconocerlo. Si se hubieran tomado las decisiones en forma oportuna, muchos de estos problemas que hoy sufre la población, no existieran.
La comunidad de analistas económicos junto con la Academia de Ciencias Económicas y Sociales, han formulados un sinnúmero de propuestas para superar la crisis, de las que el Gobierno ha hecho caso omiso, algunas de las cuales repetiremos:
- Desmontar el control de cambio y de precios, establecer la unificación cambiaria.
- Aumentar el precio de los combustibles.
- Equilibrar la gestión fiscal. Convertir los fondos para gastos en fondos para ahorrar recursos.
- Restablecer la autonomía del BCV, evitando el financiamiento del déficit emitiendo dinero sin respaldo.
- Revertir todos los procesos expropiatorios y cancelar las acreencias cuando así procedan.
- Revisar la cooperación energética con otros países, el país no está en condiciones de asumir el actual sacrificio
- Despejar la amenaza de default y así evitar el embargo de activos del país en el exterior. Iniciar una estrategia de recompra de nuestra deuda.
- Reducir el gasto militar. Demostrando que somos un país de paz y ahorremos esos recursos.
- Reorientar las importaciones del Estado en favor de la producción nacional. El Gobierno gasta de 8 a 10 mil millones de dólares para comprar a otros países alimentos y medicinas, que podrían producirse aquí y significar un gran ahorro.
- Reestructurar el componente en divisas de todas las obras contratadas a empresas extranjeras, ofreciéndoles bonos de nuestra deuda como parte de pagos. Eso creemos.