Inútil sopa de letras

Hace apenas pocas horas, con todas las bombas y platillos a los que están acostumbrados, montaron un show de siglas devaluadas

A las personas fascistas y castrocomunistas del régimen, se les agotó el discurso manipulador, o se percataron de que ya el pueblo dejó de creerles sus descaradas y repetitivas mentiras. Porque ahora, los susodichos, a sabiendas de que están huérfanos de legitimidad y de credibilidad, pretenden “meterle miedo” al imperio, con su manida sopa de letras (CLAP, OLP, PPT, UBCH, PCV, etc.) Sí, hace apenas pocas horas, con todas las bombas y platillos a los que están acostumbrados, montaron un show de siglas devaluadas, o sea, de cascarones de los que fueron anteriormente partidos políticos pequeños, pero con cierta influencia en determinados sectores vinculados al trasmodrado izquierdismo del siglo XX. Es sabido que ni siquiera el régimen, incluso el PSUV, toma en cuenta esa sopa de letras.

Cuando ellos montan esos “templetes mediáticos”, la característica sobresaliente son los gritos. Hacen el mayor esfuerzo con su garganta, ante la carencia total de hormonas, para impresionar a quienes, por casualidad, los vea o los escuche. El propósito fundamental de esa conducta, es para ver si pueden espantar el culipánico crónico que le mantiene vacío el colon. Por donde quiera que pasan, desde hace ya varios años, se les puede seguir por la chorrera. Y en estos días esa flojera de esfínteres, sin lugar a dudas, se ha incrementado. Se ven pillados por la OEA, porque al fin, este organismo regional, en un lenguaje diplomático puro, pero sin ocultar la tragedia que padecemos los venezolanos, tomó a la cabra y a su rebaño, y los metió en el corral.

Ahora Maduro tiene la brasa en la mano; la suelta o será consumido por el fuego. Él sabe que si continúan pateando a la Constitución, y a la mesa del diálogo que les trajo la OEA, muy pronto tendrán que enfrentar la contundencia diplomática del continente y del mundo.

Por eso, desde la cabeza más hueca de la “revolución”, hasta las que están saturadas de aserrín y masa amarilla, cada día se exprimen más lo poco que la naturaleza les dio de sesos, para ver de qué manera les salen mejor los gritos de sus garganta. Y el resultado siempre será el mismo: el pueblo, que ya conoce la dimensión de su cobardía individual y colectiva, se reirá de ellos a mandíbula batiente, porque últimamente sus comedias superan cualquier cálculo histriónico que hayamos hecho en Venezuela.

¿A quién aspiran ellos meterle miedo? A los electores que están listos para revocarlos, será muy difícil. ¿A los Embajadores de la OEA?, imposible; porque ya estos están perfectamente claros de los atropellos que está recibiendo nuestro sistema democrático. ¿Al Gobierno de Guyana?, menos; porque carecerían de autoridad moral, puesto que, por cobardía congénita unos, y traición a la patria otros, dejaron al Esequibo en pico de zamuro.

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