El
La valiente decisión del presidente de los EEUU Donald Trump, de trasladar la Embajada de su país a Jerusalén, volvió a generar una ola de ataques en el mundo, similar a los que se repiten hace un siglo a raíz de la Declaración Balfour de 1917, en las que el Reino Unido reconoció el “establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío”.
En momentos de nuevas amenazas contra Israel es oportuno recordar la posición que Venezuela adoptó en el pasado: El 29 de noviembre de 1947 en el seno de la ONU se aprobó la resolución sobre la partición, creando dos Estados: El Estado Judío y el Estado Palestino. Luego, el 14 de mayo de 1948 cuando se proclamó la Declaración de Independencia de Israel pronunciada por David Ben Gurión, esta también fue reconocida por Venezuela de inmediato a través de un telegrama enviado por el canciller Andrés Eloy Blanco a su homólogo Moshe Shertok. Nuevamente en mayo de 1949 cuando se votó sobre la admisión de Israel como Estado miembro de la ONU, Venezuela se pronunció favorablemente sobre su ingreso al máximo organismo mundial al apoyar la resolución 273.
Cuando se abrió por primera vez la Embajada Permanente de Venezuela en Israel, el embajador Vicente Gerbasi estableció la sede de la misión diplomática en Jerusalén reiterando también el respaldo a un Estado Palestino, pero sin desconocer la existencia del Estado de Israel y de sus instituciones ubicadas en Jerusalén.
Esta ha sido la posición de los diferentes Gobiernos democráticos: el de Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Raúl Leoni, los dos gobiernos tanto de Rafael Caldera como de Carlos Andrés Pérez, el de Luis Herrera Campins y el de Ramón Velásquez. Esta posición no solo fue la de Gobiernos democráticos, sino también la del Gobierno del General Marcos Pérez Jiménez que mantuvo la misma posición ya que en el año de 1952 le otorgó el beneplácito al General Antonio Shaltiel como Ministro Plenipotenciario de Israel en Venezuela.
Las amenazas de guerra, votaciones en la ONU, exhortaciones de la UE y del mundo, no pueden esconder un derecho innegable de establecer la sede diplomática en donde están las instituciones del Estado de Israel: Jerusalén es sede del Gobierno, del Parlamento, de la Cancillería, y es el lugar donde los Embajadores presentan sus cartas credenciales.