
Zhang Daming se perdió por no recordar el camino al apartamento de su amigo, donde se estaba quedando. Por su timidez no quiso hablar con nadie, ni mucho menos pedir un teléfono prestado
Zhang Daming, un joven de 18 años de Malasia, estuvo 10 perdido por Singapur. Todo aconteció porque no encontraba el camino hacia el edificio, donde se alojaba y no era capaz de pedir indicaciones por su timidez.
El joven viajó desde Malasia hasta Singapur en busca de trabajo. La ciudad era totalmente desconocida para él, se residenció en un departamento con un amigo que vivía allí desde hace unos meses.
Todo marchaba bien, hasta que un día su amigo tuvo que dejarlo solo. Daming no contaba con dinero, solo tenía malayo, por ello su amigo le dio 50 SGD, lo equivalente a 37 dólares, para que comiera antes de irse al trabajo.
El joven salió del apartamento y uso parte del dinero para almorzar en un café cercano al edificio, pero no se fijó en el camino que tomó, ni en algún punto de referencia que lo ayudará a recordar como regresar.
Cuando salió de la cafetería, se percató que no sabía cómo volver al apartamento y allí comenzó su larga odisea.
“Caminé a un café cercano para almorzar, pero no pude encontrar el camino de retorno”, relató Daming. Y confesó que estaba confundido, todos los departamentos le parecían iguales, “no podía reconocer el camino de regreso en absoluto”.
Daming estaba con las manos vacías, pues dejó su teléfono, pasaporte y dinero malayo en el departamento, pues pensaba que regresaría después de almorzar.
Cualquier persona hubiese prestado un teléfono o hubiese pedido indicaciones para ubicar su residencia. Pero para el joven esa no era una opción.
“Soy muy tímido. No sé cómo son los singapurenses, así que no me atreví a pedirles ayuda o pedirles un teléfono. Tampoco pude encontrar una sola estación de policía”, relató Daming, luego de ser rescatado.
En vez de arriesgarse y comenzar a preguntar direcciones, el joven empezó a caminar e intentar recordar el camino, pasó 10 días vagando por Singapur, durmió fuera de los edificios, utilizó los baños de centros comerciales y con el dinero que le quedaba compró arroz económico.
Cuando Daming fue rescatado aseguró que no volvería a Singapur, pues la experiencia no fue nada agradable. “Las primeras 24 horas no me atreví a dormir. Caminé desde la mañana hasta el amanecer”, recordó el joven.
Agregó que el octavo día fue el peor de su extraña aventura, pues se le acabo el dinero.
Explicó que para poder sobrevivir tuvo que mendingar. “Estaba hambriento y deshidratado, así que me obligué a mendigar. Pero no me atreví a preguntarles a todos, solo a seis o siete personas en dos días. Algunos me dieron uno o dos dólares”, confesó.
El dinero que recolectó no le alcanzaba para comprar agua, por suerte al décimo día de perdido, un vecino lo reconoció por un anuncio de personas desaparecidas y de inmediato informó a las autoridades.
Cuando los policías lo encontraron estaba a seis kilómetros del departamento de su amigo, su amigo reportó su desaparición desde el primer día que no llegó al apartamento.
Las autoridades montaron a Zhang Daming en un autobús con destino a Kuala Lumpur, Malasia.