Es
El régimen usurpador que encabeza Nicolás Maduro, experto en el arte de la demagogia y del cinismo, se vanagloria de sentir mucho “amor” por el adulto mayor. Por supuesto, es el discurso más hipócrita que hemos escuchado los jubilados de la administración pública, y los pensionados del Instituto Venezolano del Seguro Social (IVSS). El descarado “primer combatiente” de ese arroz con mango que ellos, los enchufados en las diferentes instituciones del Estado, llaman “revolución”, pretende hacernos creer que cada vez que alguien adquiere el derecho a jubilarse, o de recibir una pensión legal del IVSS, estamos obligados a reconocerle a él, Maduro, por más señas, el “gesto generoso” de que las haga efectivas. En menos palabras, el “revolucionario” mayor, con su bien entrenada “cara de tabla”, pretende “ganar indulgencias con escapularios ajenos”.
Es obvio que cuando egresamos jubilados de la administración pública, lo hacemos en función de un derecho adquirido, legalmente protegido. En ningún caso esto ocurre porque el tipo que está al frente del subgobierno nacional, le sale del corazón; ocurre porque es el reconocimiento a nuestra labor al servicio de la nación. Situación similar se da cuando un funcionario egresa pensionado por el IVSS. En primer lugar es un beneficio pagado, cuota a cuota, por quien pasa a disfrutar de su pensión. Tampoco esto sucede por generosidad del régimen; para éste es una obligación que debe cumplir oportunamente, y más aún si el tesoro público dispone de los recursos necesarios. ¡Grave es cuando hay y hasta sobran los recursos, y se niegan tales derechos a quienes ya los han adquirido!
Estas son precisiones que demanda el momento, puesto que Nicolás Maduro, quien se precia de ser dirigente obrero, ha continuado, como heredero del Teniente Coronel, un desempeño hipócrita, cínico y utilitario en el caso de los jubilados y pensionados. Desde hace varios años, a este privilegiado segmento de egresados de la administración pública, a pesar de su larga y sistemática lucha, el régimen “revolucionario” se ha negado, ahora con inusitado descaro, a pagarles el bono de salud y alimentación que les corresponde; y que hoy necesitan más que nunca. ¡Que dejen la hipocresía esos carajos enemigos gratuitos de los jubilados y pensionados!
Conocida la actitud que ha asumido Maduro, al desconocer también la ley que sancionó la Asamblea Nacional, para viabilizar el cumplimiento institucional de ese derecho que se le ha negado a los jubilados y pensionados, corresponde a este universo de atropellados por el régimen, que somos más de tres millones, desarrollar toda nuestra inteligencia, que sí la tenemos, para que despierte esa poderosa fuerza que representamos; puesto que cada uno de nosotros puede sumar dos personas más, un familiar y un vecino. Sumaríamos, aproximadamente, los nueve millones de venezolanos que se necesitan para revocar a Nicolás Maduro, quien se ha convertido en una “piedra de tranca” para impedir el goce de nuestros derechos.
Para empezar a organizarnos establezcamos mecanismos de comunicación entre nosotros, a través de correos electrónicos u otros medios similares. ¡Tengo ideas que aportar al respecto! Y estoy seguro de que todos las tenemos.