La 74 Asamblea General de la ONU, el mayor enjambre diplomático mundial, reunirá a 193 estados, provocará cinco cumbres, al menos 560 reuniones oficiales y más de 1.600 bilaterales, y todo en una semana que cambiará el rostro de Nueva York, tomada por políticos, diplomáticos, funcionarios y fuerzas de seguridad.
La 74 Asamblea General de la ONU, el mayor enjambre diplomático mundial, reunirá a 193 estados, provocará cinco cumbres, al menos 560 reuniones oficiales y más de 1.600 bilaterales, y todo en una semana que cambiará el rostro de Nueva York, tomada por políticos, diplomáticos, funcionarios y fuerzas de seguridad.
El DEBATE GENERAL
Los 193 representantes de los Estados miembros y tres observadores (Palestina, Vaticano y Unión Europea) tomarán la palabra durante seis días, entre el martes 24 de septiembre y el lunes 30, para hablar del estado del mundo.
En total, se espera que intervengan 92 jefes de Estado, 46 jefes de Gobierno, cinco vicepresidentes, otros tantos viceprimeros ministros, 38 ministros y dos diplomáticos de menor rango que harán de jefes de delegación en el caso de Corea del Norte y Afganistán.
Los micrófonos se abrirán el próximo martes a las 9.00 de la mañana, con un discurso del secretario general, António Guterres, seguido del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que tradicionalmente abre la asamblea, y del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por ser el país anfitrión de las reuniones.
El orden de intervención de los restantes oradores depende entre otras cosas de su nivel político. Los jefes de Estado hablan primero, seguidos de los jefes de Gobierno y, posteriormente, de los ministros u otros representantes de rangos inferiores.
El tiempo de cada intervención nunca es fijo, aunque la organización del evento recomienda 15 minutos, por lo que al final cada participante es libre de emplear el tiempo que crea necesario. El año pasado, la intervención más larga fue la del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que se prolongó durante 48 minutos.
En 1960, el líder cubano Fidel Castro batió todos los récords con una discurso de 4 horas y 29 minutos.
UNA FRENÉTICA ACTIVIDAD POLÍTICA
En paralelo al debate general, se celebran cinco cumbres (Clima, Sanidad Universal, Objetivos del Desarrollo, Financiación para el Desarrollo y sobre pequeños estados insulares en vías de desarrollo) y decenas de eventos, así como reuniones y foros dentro y fuera de los muros de la sede de la ONU.
Más allá de los 196 discursos que se escucharán en Naciones Unidas, António Guterres mantendrá unas 140 reuniones bilaterales y participará en 52 eventos diferentes.
En total, la ONU ha organizado 560 reuniones oficiales, sin contar los encuentros bilaterales, cuyo número aún no ha sido facilitado pero que en 2018 llegaron a 1.676 y se espera que se supere esta cifra.
UNA ASAMBLEA SELLADA
Miles de agentes de la Policía de Nueva York, los servicios secretos y el FBI participarán en el dispositivo para garantizar la seguridad de la Asamblea General, la mayor concentración de líderes mundiales en un solo lugar: el centro de Manhattan, donde los cortes de tráfico para permitir el movimiento de las delegaciones suele causar embotellamientos en los alrededores de la sede.
Cientos de bloques de hormigón y decenas de barreras adicionales se dispondrán en las “zonas sensibles” y la Policía de Tráfico informará, como es habitual, de los cortes de calles diarios y cómo afectarán al tráfico y al transporte público.
Entre 23 y el 30 de septiembre, el perímetro marcado por la sexta y la segunda avenida y las calles 34 y 60 de Manhattan pueden ser cerradas al tráfico en cualquier momento, dependiendo del ir y venir de los líderes políticos y sus acompañantes.
Estas medidas también invaden la sede de Naciones Unidas, donde esos días se multiplican las restricciones y los registros de seguridad.
DIPLOMACIA HOTELERA
Una seguridad que también se percibe entorno a los hoteles de la zona, donde se albergan las delegaciones que también usan sus lujosos albergues como oficinas improvisadas, centros de reuniones y, en muchas ocasiones, como base para reuniones de alto nivel.
Aunque los responsables de los hoteles consultados se niegan a dar ningún tipo de información sobre cómo los huéspedes de alto nivel alteran la rutina diaria, al menos uno de ellos ha reconocido la falta de espacio para cualquier tipo de evento desde dos semanas antes del arranque de la Asamblea.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunió el año pasado con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en la torre Trump, construida por el mandatario, y con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In, en el Lotte New York Palace.
Asimismo, el presidente iraní, Hasan Rouhani, acostumbra a usar el hotel donde se hospeda, el UN ONE, frente a la sede de Naciones Unidas, para ofrecer ruedas de prensa al margen de las reuniones
Y, por supuesto, la actividad diplomática va acompañada de turismo de moda y gastronómico. Es habitual, durante tan ajetreada semana, ver los grandes almacenes de lujo y las tiendas de moda de la Quinta Avenida, Madison y aledaños frecuentados por estos ocasionales asistentes, que tampoco se privan de probar bocado en los restaurantes más exclusivos de la ciudad de los rascacielos.