Hasta
A Emiliano Martínez, de 32 años, la vida se le puso cuesta arriba y de una estabilidad laboral medianamente buena llegó a depender de la basura para sostener a su esposa y sus tres hijos pequeños. Desde los últimos seis meses, sus días transcurren entre montones de desechos que a diario llegan a una de las 79 parcelas que conforman el vertedero a cielo abierto del municipio Cabimas, en el sector Pedregalito, parroquia Jorge Hernández.
Su nuevo trabajo no tiene horario fijo, pero sí un promedio de ingreso semanal de hasta seis mil bolívares, dependiendo del esfuerzo que le ponga a la búsqueda de materiales reciclables y el número de personas que también llegan a realizar la misma labor.
“Lo primero que hacemos es organizarla. Clasificamos lo que vamos encontrando. Cartón, plástico, vidrio y lo que es más rentable como los aluminios y el cobre. Si corres con suerte puedes encontrarte alguna cosa de valor, pero eso casi nunca sucede”, asegura Martínez.
Asienta que el trabajo es duro. Lo acecha el sol, las altas temperaturas, las moscas y los malos olores. Su salud se ve afectada por el humo que se desprende luego de la obligatoria fase de la quema de los desechos con el fin de extraer el material reutilizable. En el lugar hay criaderos de cerdos, cabras, chivos y abundan los insectos y la mugre.
Cabizbajo, manifestó que jamás pensó hacer lo que hace. Se ganaba la vida como obrero o ayudante de albañilería, pero quedó sin empleo. “Esto es lo último, pero no podía dejar morir de hambre a mis hijos”, dijo con la voz entrecortada. Unos amigos lo invitaron, pidió permiso a un parcelero y ahora pasa hasta seis horas al día entre la basura.
“La basura es de todos”
Francisco Godoy es propietario de una parcela. Desde hace 25 años permite que tres hectáreas de su terreno sean utilizadas para abandonar parte de los desechos de la municipalidad. Junto a sus dos hijos también vive de la basura. “Antes lo hacíamos nosotros los que vivimos aquí, ahora la necesidad de la gente ha convertido a la basura en un trabajo para todos. Familia, amigos y hasta desconocidos vienen a pedirme permiso para entrar y buscar. Hay desempleo, hay hambre”.
El hombre asegura que la situación del país también afecta su negocio. A su juicio, ahora la basura ha mermado porque la gente recicla las cosas de valor que antes comúnmente desechaba. “Cada vez llega menos cantidad y con menos material negociable. A esto se le suma el auge de personas que ahora trabajan con nosotros”.
Godoy organiza el trabajo asignando un porcentaje de ganancia de lo que produzcan. “Vamos a 60-40 de lo que saquen. Unos días vienen unos, después otros. Al mes puedo darle trabajo hasta a unas 20 personas entre hombres y mujeres”. La situación se repite en el resto de las parcelas.
La necesidad también ha dado paso a una nueva modalidad dentro del negocio. José Romero, también parcelero, dijo que en vertederos ya cerrados o abandonados, decenas de hombres se han dedicado a excavar huecos de hasta tres metros de profundidad con el fin de rebuscar algún objeto de valor enterrado. “Muchos han tenido suerte y encuentran un zarcillo o alguna prenda de oro o plata. Otros pierden su labor, pero el riesgo vale la pena”, acentuó.
Precios por kilos
Cartón: Bs.10
Plástico: Bs. 20
Cobre: Bs. 1200-1400
Aluminio: Bs.100
Pedregalito
Cabimas no posee relleno sanitario. Desde la década de los 70 la basura llega al vertedero a cielo abierto ubicado en el sector Pedregalito. Son 79 parcelas habitadas, donde los camiones del aseo urbano descargan los desechos de todo el municipio. Los propietarios organizan y distribuyen la entrada de la basura con el fin de equilibrar el beneficio. En el lugar no hay servicio de asfaltado, aguas negras ni drenajes.