La corrupción somos todos

Para ser político no es necesario ser preparado académicamente, pero sí tener una alta dosis de humanismo, honorabilidad y honestidad porque el pueblo no partidarizado merece una oportunidad de escoger entre los mejores aspirantes. “La política es quizá la única profesión que no requiere preparación”

Un periodista del diario “La Tribune de Genéve” preguntó a Jorge Luis Borges por qué había decidido vivir sus últimos días en Suiza. El laureado escritor gaucho respondió  “Yo deseo que mis restos descansen en tierra suiza, donde la honestidad es el valor más alto de la vida, y no en suelo argentino, donde la astucia es considerada como el valor supremo”. En Trujillo tenemos un refrán que dice: “de la mano vamos para misa”. Precisamente, la pretensión de creernos más avispados que los otros, es lo que nos mantiene en un estado de postración moral, como nación. Hecho que no es privativo solo de los políticos, por cierto.

“La política es quizá la única profesión que no requiere preparación”. Esta frase fue pronunciada por el novelista escocés Robert Louis Stevenson, a finales del siglo XIX y continúa más vigente que nunca. En nuestro país Venezuela, muchos se meten a políticos una vez que han aprendido el arte de engañar a los demás y de confabular para defender intereses individuales o grupales, olvidando lo más sublime de la política: los intereses del pueblo. 

El estadista Bernard Marines Baruch, consejero de los expresidentes Woodrow Wilson y Franklin Delano Roosevelt, aconsejaba a sus conciudadanos votar por aquellos políticos que prometían menos porque eran menos susceptibles de decepcionar a sus electores. Si de engaños tratamos, en Venezuela hemos tenido políticos mentirosos a montón que nos han contado toda suerte de mentiras, tales como: Acabaremos la corrupción; no más aviones del Estado, erradicaremos los hampones, instalaremos computadoras para todos los escolares, convertiremos el río Guaire en un sitio turístico, Instalaremos cámaras y globos aerostáticos para el control y vigilancia, entre muchas otras.

Comparto el criterio de que para ser político no es necesario ser preparado académicamente, pero sí tener una alta dosis de humanismo, honorabilidad y honestidad porque el pueblo no partidarizado merece una oportunidad de escoger entre los mejores aspirantes. Es necesario que todos los actores sociales y políticos que aspiran obtener un cargo público tengan un comportamiento ético en la conducción política, en el manejo de los recursos públicos, en la atención de las demandas de la ciudadanía, en la conciliación de los intereses de los grupos, en el manejo de los conflictos y en la toma de decisiones de manera democrática. 

 

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