La crisis en el transporte público margina a las mujeres

Para los marabinos movilizarse es una “odisea” y las mayores dificultades recaen sobre las damas. Ellas lidian con los acosos, imposibilidades de abordar una chirrinchera o camión y esperan hasta media hora más que los hombres

Inés María vive en San Francisco pero trabaja en Maracaibo. Sale, al igual que miles de zulianos, desde tempranas horas de la mañana, debido a la crisis que vive el transporte público que limita las posibilidades de traslado. Para ella, a diferencia de los hombres que la acompañan en las colas para abordar una unidad, es más complicado. Para subir a una chirrinchera, o camión 750, en muchas oportunidades fue alzada, el los buses fue manoseada y en los carritos denigrada.

En Maracaibo hay dos mil 200 unidades de transporte publico activas de las cuales mil 400 son carritos, 200 autobuses, 400 microbuses y otras 200 entre chirrincheras, camiones 350 y 750, que buscan efectivo o laboran ante la falta de oportunidades de trabajo en los sectores donde lo hacían, e incrementaron su presencia desde el año pasado. En promedio, según Rubén Esis vocero del Directorio Único de Transporte del Estado Zulia (Dutrez), un usuario espera en promedio hasta dos horas para abordar una unidad. Si es mujer, el tiempo se extiende media hora más, lo que implica una brecha de género alimentada por la improvisación, falta de comodidad e inseguridad, según las palabras de Esis. 

“Llevan sus bolsos o carteras y muchas veces prefieren esperar unidades donde puedan ir cómodas y evitar riesgos”, dice. El vocero señala que los transportistas no discriminan a las usuarias pero si existen precauciones para garantizarles su seguridad. En la Tierra del Sol Amada el transporte público moviliza un millón 200 mil usuarios de acuerdo a estimaciones gremiales, que perciben que 40 por ciento son mujeres.

Pasan de largo

Los datos aportados por los profesionales del volante concuerdan con los de La Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Según uno de sus estudios en 2015, elaborado a partir de la información recabada en Bogotá, Ciudad de México, Lima y Santiago, la visión que prevalece acerca del consumo de servicios de transporte público asume que, como consecuencia de la división del trabajo entre hombres y mujeres, las mujeres tienden a ser menos móviles, porque se deduce que los hombres serían quienes más lo utilizan en razón de sus viajes obligados a su fuente laboral. El supuesto de la menor movilidad femenina, es controversial, aseguran, pues existe una incorporación creciente de las damas al campo laboral y realizan numerosos viajes relacionados con la compra de bienes y servicios, que pueden significar una mayor cantidad de viajes por día en contraposición con los caballeros que se desplazan principalmente entre el hogar y el lugar de trabajo.

Cepal, resume que son las mujeres quienes más utilizan el transporte público con una brecha de entre dos y 12 puntos porcentuales. El documento de la comisión deja constancia que seis de cada diez mujeres y en casos extremos, nueve de cada 10, han sufrido actos de abuso o acoso sexual, (frases, gestos, silbidos, sonidos de besos, tocamientos, masturbación pública, exhibicionismo, seguimientos, entre otras), en el espacio público, especialmente en el transporte público. 

Estefanía Mendoza, activista de Femired Zulia comenta que la crisis limita las posibilidades de realizar sus actividades cotidianas, hacen que lleguen tarde a clases o al trabajo por temor de salir de madrugada o no van a las actividades de la tarde por la inseguridad. “Los hombres tienen miedo de ser robados, nosotras de ser agredidas sexualmente. Más que discriminadas, las mujeres son abusadas. Un autobús repleto es un lugar propicio para toques indebidos y contactos indeseados pero ante la ausencia de alternativas se someten a tratos abusivos”. 

Sin puesto

Esto impacta sus derechos a la educación, trabajo y disfrute, además de exponer su integridad física. Los problemas que enfrentan las mujeres en los servicios de transporte no son exclusivos de Maracaibo o Venezuela. Países como México, Brasil, Japón, Nueva Guinea, Emiratos Árabes, Taiwán, Egipto, Malasia, India, Israel e Indonesia implementaron servicios exclusivos, que en su mayoría, se llevaron adelante debido a las denuncias de acoso sexual. Estos no están exentos de polémicas, e iniciativas como la de Sao Paulo fue abolida por quejas de parejas casadas y miedo a ser demandados por discriminación.

Mendoza no apunta a los extremos. Apuesta a un sistema de trasporte apto para todos, debidamente monitoreado para que cada actuación indebida pueda ser denunciada y atendida por las autoridades, que permita mantener un espacio personal sin invasiones, que circule con periodicidad, permita calcular el tiempo de llegada a las paradas, evitando estar en sola o expuesta, unidades en condiciones que permitan un viaje digno y campañas educativas que fomenten el respeto a las mujeres como seres humanos y no como objetos. 

Las mujeres siguen en la calle como usuarias o transportistas. Desde el año pasado se reporta un incremento en esta tendencia y se estima que dos por ciento de las personas que se dedican a estas labores en Maracaibo son damas. Por ahora las fémina no solo son tocadas, piropeadas o marginadas, también tiene que llegar a cocinar, limpiar y cuidar en su casa. 

 

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