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Llega la Cuaresma en momentos cuando Venezuela necesita del brillo de la paz y la reconciliación. Bien lo ha dicho el papa Francisco: “La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios ‘de todo corazón’ (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor”.
Históricamente, la Cuaresma se identifica con el morado de la penitencia. Sin embargo, más que dedicarse a los lamentos, es una etapa para el perdón, las buenas obras y la reconciliación que nos acerca a Dios.
Cuarenta es la cifra bíblica que simboliza un tiempo de prueba y dificultades que superar. Así lo demostró Noé en los días del diluvio universal y Moisés en los años que moró con el pueblo judío en el desierto; también Jesús, durante las jornadas que pasó en el desierto superando el tormento de las tentaciones antes de comenzar su vida pública.
Por ello, es necesario que se retome el verdadero sentido de la Cuaresma, no podemos dejar pasar desapercibida esta fecha que desde su esencia, con el paso de los siglos, se ha apagado en los corazones de los cristianos. Por eso, el papa Francisco nos recomienda afinar el oído interno para escuchar el grito de amor de nuestros corazones y romper el encierro individual y egoísta.
La tolerancia, en tiempos de Cuaresma, debe ser el umbral que nos conduzca a la paz que tanto necesitamos. Al iniciar este camino litúrgico que nos lleva a la Pascua, a la pasión, muerte y redención de Cristo, en la Parroquia Universitaria San Juan Crisóstomo y San Juan Pablo II nos unimos en plegaria por los sueños y metas de la juventud.
Los invito a que reavivemos la esperanza de encontrar los ideales deseados y por sobre todas las cosas, que no perdamos la fe. Tenemos que seguir en la búsqueda del conocimiento y la verdad que solo la Santa Palabra puede otorgar, para no perder la esencia de esta época, que con el paso del tiempo se ha ido apagando por vanidades. Estamos en tiempo de unión, de reflexión y de compartir en familia siguiendo los preceptos cristianos. Recordemos que solo el hombre tiene el poder de salvarse a sí mismo.