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La MUD luce desesperada. Con una gota de alcohol etílico se embriaga. Eso le pasó el 6-D y el 1 de septiembre próximos pasados. Su ebriedad es tan fuerte que después no soporta la resaca. De ello, también culpan al presidente Maduro. Lo acusan de que ahora no pueden tomar whisky de 18 años, mucho menos de 21; han tenido que recurrir al de ocho, y eso es una degradación; ron no toman porque es una bebida de negros y pescadores, dicen; cerveza menos, les produce obesidad, y eso los afea y les quita el glamour. En medio de todo, son sortarios, la resaca les dura poco. Y, no es porque la saquen con un “refajo” o con una sabrosa pizca andina, al estilo bocones. No, es porque su ebriedad es producida por una “victoria” efímera. Como muchacho malcriado, no saben qué hacer con el juguete nuevo, lo tiran contra el piso, lo desarman, lo abandonan. Lloran, gritan, patalean, para que le den el juguete del amiguito.
La MUD luce desesperada. Por eso miente. Y, al mentir se autoengaña. Ya nadie les cree el cuento del revocatorio; saben que, este fue mal convocado, a destiempo y sin cumplir con las normas legales establecidas al respecto. La procesión va por dentro. Todos cargan su Judas. La pelea interna es muy fuerte: Ramos Allup hace hasta lo imposible para desmeritar a Capriles Radonski; este no permite que Julio Borges, le compita al interior de Primero Justicia; a Leopoldo López lo olvidaron, las malas lenguas dicen que por sugerencia de Lilian Tintori, su esposa, para seguir paseando por el mundo. Su dirigencia perdió toda credibilidad, está deslegitimada, Maricori los acusa de que desde enero no se reúnen.
La MUD luce desesperada. Sus seguidores les exigen propuestas para salir de la crisis. El incumplimiento de las que le hicieron para el 6-D, los ha frustrado. No quieren más violencia. Están resignados a esperar el proceso electoral del año 2018. Su asistencia a la marcha del 1 de septiembre les dejó ese mensaje. Fue una marcha silente, poco combativa, llegada a su destino, con la misma rapidez que se agrupó se disolvió. Los llamados a la violencia fueron desoídos. No pudieron derrocar al presidente Maduro.
La MUD luce desesperada. Sabe que el Gobierno y el PSUV se recuperan. Sabe que, de los dos millones 800 mil chavistas que no votaron el 6-D pasado, la inmensa mayoría ha regresado al chavismo. Sabe que las multitudinarias marchas realizadas por el PSUV y el Polo Patriótico, a lo largo y ancho de Venezuela, son la mejor demostración de la fuerza popular que tenemos. Sabe, en definitiva, que el chavismo es un sentimiento humano, un sentimiento político, profundamente enraizado en el venezolano. Ser chavista es amor, es paz, es ser patriota.
La MUD luce desesperada. Su estrategia de oponerse a todo cuanto haga el Gobierno no le dio resultado. El venezolano ha entendido que la guerra económica es una realidad. Que el desabastecimiento y el contrabando son los instrumentos estratégicos, son las armas, utilizadas en su ejecución. Estimuló el “bachaquerismo” y la especulación, creyendo que con ello tumbarían al presidente Maduro. Su más reciente desacierto es la oposición a los CLAP.
La MUD luce desesperada. Y, en su desesperación no se ha dado cuenta que, la envidia y el odio, no han sido prácticas usadas en la política venezolana. Por eso cuando desprecian, excluyen, marginan, y hasta maldicen al “populacho”, no se dan cuenta que ellos también son venezolanos.
La MUD luce desesperada. Su silencio cómplice, ante la campaña de descrédito contra nuestra patria en el mundo, la acusa de su deslealtad con Venezuela. Y si algo detesta el venezolano es la deslealtad. Si algo está metido profundamente en nuestra psiquis, es el amor patrio. Venezuela tuya. Venezuela somos todos, son frases que resuenan sin cesar en el corazón y el sentimiento de los venezolanos.