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Venezuela es un país joven, no solo demográficamente, sino en su espíritu, donde los jóvenes han sido protagonistas de los grandes acontecimientos de nuestra historia. Hoy nuestra patria sufre de una oleada de emigrantes y son las generaciones de relevo las que están abandonando el país.
Nuestra sociedad estuvo acostumbrada a recibir inmigrantes que pudieron desarrollarse personalmente y contribuir con la grandeza de nuestra Nación. Nuestra realidad actual es diferente. En una encuesta reciente se dio a conocer que el 88 por ciento de los jóvenes tiene la intención de emigrar, es una situación nunca vista en un país que está acostumbrado a recibir visitantes, en lugar de despedir a sus ciudadanos.
Las cifras de la estampida humana desatada por la crisis económica y de seguridad, no serán conocidas mientras gobiernen los mismos que se niegan a publicar datos económicos, de seguridad y financieros entre otros. Pero todos los venezolanos sin contar con números reales, sentimos el peso de despedir con mayor frecuencia amigos y familiares. Cuando logremos el cambio, es posible que nos sorprendamos al descubrir que un significativo porcentaje de nuestra población hoy se refugia de esta crisis más allá de nuestras fronteras.
Es especialmente preocupante que los datos que se manejan extraoficialmente, respaldan las cifras de la encuesta citada, son los jóvenes, profesionales y emprendedores los que están abandonando Venezuela. Estamos empeñando nuestro futuro al ofrecer a otros países nuestro capital humano, el recurso más valioso con el que contamos y que será muy difícil de recuperar mientras mayor tiempo pase antes de lograr un viraje en la forma de conducir al país.
La llamada generación de oro por el madurismo, no llega a ser ni de papel (porque sus precios lo hacen inaccesible), pareciera una política oficial de la tiranía, empujar a quienes deben el futuro de la patria, a buscar su porvenir en otras naciones.
Nuestra juventud es heredera de los estudiantes que derrotaron a Boves al mando de JoséFélix Rivas, de la generación del 28, del 58 y 2007. Siempre han sido los agentes del progreso y el bienestar, por eso todos los miembros de esta sociedad debemos trabajar para procurarles un país que les garantice una vida digna donde desarrollar sus talentos.