La educación no es una comida rancia

La educación como salvoconducto de las óptimas relaciones humanas, no debe ser una exigencia para unos pocos, sino que debe ser el ejemplo de todos para con todos

La acepción del vocablo educación a la que se contrae este artículo, no es la referida al nivel de instrucción, sino a la cortesía y a los buenos modales, los cuales deberían reputarse directamente proporcionales al grado de cultura académica del hombre y de la mujer. Sin embargo, ello en ningún modo constituye una regla, sí advertirnos el satisfactorio fenómeno en razón del cual personas que sin haber tenido la oportunidad o la suerte de acceder a la educación formal, desbordan gentileza, amabilidad, cortesía y buen trato; con una clara e indiscutible formación familiar que les proyecta como personas de maneras educadas, que de forma llana y sin hipocresías, reflejan el estado de la pureza de su espíritu, por no someter su consciencia a la evaluación de su estado de ánimo ni a la conveniencia de un saludo ni a las ganancias que les generarían seleccionar con quien ser educado o con quien no serlo o el momento para serlo.

La educación en los términos aquí expuestos, no debe ser una comida rancia, de la que en virtud del hambre de tu cuerpo y de la situación que atravieses, tú puedas decidir si te la comes o no, por correr el riesgo de perder la salud. Una cosa es el trato diáfano característico por siempre en una persona y otro es el que se advierte programado, obligado por las circunstancias de los escenarios cual caballo de Troya y que sorprende por no ser la cortesía y el buen talante una condición ordinaria de esa persona, sino con aquellos que convenientemente selecciona para mostrar una personalidad no censurable socialmente. 

La educación como salvoconducto de las óptimas relaciones humanas, no debe ser una exigencia para unos pocos, sino que debe ser el ejemplo de todos para con todos, donde los gestos no constituyan morisquetas acartonadas, sino honestos reflejos de un espíritu desenfadado, que envuelve reciprocidad por la pureza de su emisión.

No importa lo rimbombante que te pueda parecer psicológicamente el cargo que ocupas, sé humilde, sé educado. Y recuerda que tener estudios no significa ser educado. Porque es tanta a veces la jactancia y el engreimiento que hasta se vuelven sordas las personas y hasta les falla la vista.

Ningún hombre puede ser educado si no tiene una buena voluntad, un deseo y una capacidad entrenada para hacer su parte en el trabajo de mejorar el mundo. Robert Baden Powell

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