No podemos hablar de elección porque no hay elección. No podemos mencionar la palabra abstención porque no hay elección. No podemos hablar de candidatos porque no hay elección. No podemos hablar de voto porque no hay elección
Nuestro país sucumbe en el marco de una impresionante tragedia humanitaria. Nuestros ciudadanos están sometidos al hambre; al desabastecimiento de alimentos, medicinas y bienes en general; a un sistema de salud tan precario, que se cuentan por decenas de miles los muertos, porque no tienen una medicina o un tratamiento; a una galopante inseguridad que acaba también con miles de vidas; a un deterioro creciente de servicios públicos que hace que la gente viva mal, sin calidad de vida. Cerca de mil protestas en un mes que incluye la Semana Santa, es un reflejo de la gravedad de la situación en que vivimos.
En medio de esta realidad, el Gobierno, el CNE y el PSUV, que son lo mismo, convocan a una supuesta elección que no es eso, con el fin de prorrogar por seis años más la gestión de un irresponsable que es el primer culpable de la grave crisis que vivimos. No podemos hablar de elección porque no hay elección. No podemos mencionar la palabra abstención porque no hay elección. No podemos hablar de candidatos porque no hay elección. No podemos hablar de voto porque no hay elección. Esto es un fraude, una pantomima, una farsa y nuestra responsabilidad es denunciarlo.
Nunca está de más repetir esas condiciones mínimas: reestructuración del CNE, revisión del Registro electoral y de la inscripción de nuevos votantes y reubicación de votantes que se han ido del país, garantía de observación internacional, lapso de al menos 5 meses desde la convocatoria hasta el proceso electoral y cumplimiento del cronograma electoral, despartidización de las estructuras electorales institucionales: juntas territoriales y centros de votación.
Nosotros no somos abstencionistas. Queremos votar. Pero al votar queremos elegir. Cuáles serían entonces los escenarios posibles: 1. Que logremos, con presión nacional e internacional, que las condiciones cambien, que suspendan esa farsa del 20M y que este año tengamos verdaderas elecciones. 2. Que nos resignemos a ir a votar, sabiendo que Maduro tiene la farsa montada, y terminemos legitimándolo y acabando con la presión que recibe desde todo el mundo. 3. Lograr deslegitimarla, no participando en esa farsa, desconociendo el resultado y profundizar las presiones para que se dé una verdadera elección este año.
Pienso que el escenario inaceptable es el segundo. Debemos promover que se dé el primero y, en caso de que no sea posible, forzar el tercero. Para eso tenemos que activarnos y sumar cada día más gente que hable, pero que también luche.