La fe mueve montañas

Hoy se dice que Dios perdonó a Venezuela y nos está dando los instrumentos para conseguir nuestra propia redención, que nos ha señalado la ruta clara a seguir y ha escogido a nuestros acompañantes en esta ardua tarea de adecentamiento social, político y espiritual, que no debemos desaprovechar

“Los que no moderan pasiones son arrastrados a lamentables precipicios”. Andrés Bello

No andemos buscando las cinco patas al gato, eso es anormal. Asumamos la consigna de que vamos bien. Hay estrategias definidas que no pueden ni deben ser reveladas públicamente. La política que está en juego es de grandes ligas; los actos y los plazos no son improvisados, están calculados para que surtan los efectos esperados. La célebre frase de que “los rusos también juegan” está siendo considerada literalmente y en la práctica, porque ellos forman parte del grupo de nuestros oponentes activos.

Estamos viviendo momentos en los cuales el liderazgo al frente de la “guerra” tiene que tener los pies en la tierra y la cabeza en las nubes. Esto significa que hay que estar atentos a los movimientos visibles de los oponentes y mirar más allá para “ver” los movimientos ocultos. Hay demasiados intereses en juego. No se trata de salir de una dictadura como las conocidas hasta ahora, se trata de operaciones para repeler las invasiones de Cuba, Irán, Rusia, China y bandas narcoterroristas internacionales. Es demasiado poder asentado no sólo con armas de todo tipo, sino también con cañones de dólares para financiar y proteger sus bases establecidas en el país.

Chávez con sus resentimientos y sus delirios de grandeza nos metió en ese juego infernal, creyéndose un gran estratega y no el peón que fue utilizado por bandas de delincuentes del crimen organizado a nivel mundial y del fanatismo religioso, con sus odios viscerales contra los EEUU. Chávez fue un elocuente audaz con debilidades mesiánicas, y con un enorme caudal de recursos de todos los venezolanos que utilizó como propios, dentro de sus devaneos anticapitalistas. Chávez fue el gran corruptor de la izquierda mundial, y dejó al descubierto su nauseabunda utilización de la miseria de los más desasistidos de la tierra. Para colmo de males, dejó como legado una cuerda de imbéciles babeantes ante la presencia de los Castro, colocando al frente a Nicolás Maduro, una mala copia y un burdo imitador de las malas andanzas de su mentor.

Desde el comienzo de esta terrible locura me he preguntado si es un castigo divino y cuál fue nuestro pecado para que, en penitencia,  esta horda de salvajes se apoderara de nuestro territorio y de sus recursos y destruyera nuestras instituciones y la moral de mucha gente.

Sin embargo, hoy se dice que Dios perdonó a Venezuela y nos está dando los instrumentos para conseguir nuestra propia redención, que nos ha señalado la ruta clara a seguir y ha escogido a nuestros acompañantes en esta ardua tarea de adecentamiento social, político y espiritual, que no debemos desaprovechar. Dejemos que el nuevo liderazgo tome las decisiones y determine las acciones que hay que tomar; acompañemos a Juan Guaidó, quien providencialmente encarna el liderazgo colectivo deseado, y no prestemos oídos a los cantos de sirena del agonizante régimen, ni a sus colaboradores dentro y fuera del país. Vamos bien. La fe mueve montañas.

 

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