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“Los más peligrosos enemigos de lo social son los que convierten los afanes sociales en pasiones feroces de su alma”. Fernando Savater
Lo que está ocurriendo en Venezuela evidencia lo que se considera una tendencia a nivel mundial. Jessica Mattheus, presidenta del Carnegie Endowment for International Peace nos advierte: “pensemos en lo que quiere decir para el sano funcionamiento de una democracia que entre dos tercios y tres cuartas partes de sus ciudadanos no crean que su gobierno hace lo correcto la mayor parte del tiempo.” Imaginemos que en Venezuela esa proporción llega al 85 % de la población y sabremos porqué el interés de salir de este estado calamitoso. Para colmo, el régimen dinamitó el camino del referendo revocatorio dejando impúdicamente al descubierto su perfil dictatorial.
Esa y todas las acciones anteriores desde que Chávez asumió el poder son razones de peso para afirmar que no están dadas las condiciones para sentarse a dialogar. Muchos consideran que es un acto de viveza que prolonga la agonía del régimen. Lo cierto es que hubo un quiebre inadmisible del hilo constitucional mediante argumentos falaces y burdos que constituyen una burla a la inteligencia nacional y mundial. Aun así, creo que hay que sentarse a dialogar con una estrategia clara, centrada en los objetivos que ya están definidos.
Dialogar no significa claudicar, si hay claridad de propósitos. Hay momentos en la vida de una nación en que los dirigentes tienen que mostrar su temple de líderes. Deben poner el corazón en Venezuela y la cabeza en el horizonte de la libertad para todos. Es preciso remover las nubes de la mediocridad que se ha aposentado en el país.
El pueblo está expectante e impaciente y quiere resultados visibles y actitudes sinceras. La artillería del teclado y la del micrófono debe dirigirse contra el régimen y no contra la MUD, al menos por ahora. Yo les doy mi voto de confianza conteniendo la impaciencia por cobrar las malas acciones y las injusticias que este régimen nos inflige. Debemos entender que de este lado está el pensamiento demócrata con sus divergencias, que nos debilita, pero, unidos que nos fortalece. Del otro lado está la dictadura con un solo objetivo: permanecer en el poder para salvaguardar el botín y eludir los juicios que les esperan.
El ser humano es muy complejo. Hay demasiado dolor y mucha rabia acumulada, pero, el país no está demandando héroes, caudillos ni mártires, el país quiere salir de esta pesadilla sin sangre y en paz. La inteligencia, la paciencia y la firmeza son imprescindibles. La historia está por escribirse con dignidad y coraje.