jueves, diciembre 12, 2024
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La frontera, ¿verdad o mentira?

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El cierre de la frontera (una parte de ella, ¿por ahora?) es una nueva distracción ya que no funcionó lo de Guyana, es una lucha entre intereses económicos

Sobran las hipótesis, mucho más los análisis y conversaciones de café. El cierre de la frontera (una parte de ella, ¿por ahora?) es una nueva distracción ya que no funcionó lo de Guyana, es una lucha entre intereses económicos, es la manera de controlar a la derecha que quiere desestabilizar a Venezuela, es cerrar el boquete por el que se van miles de alimentos. Elija usted la explicación que más le convenga, y seguramente acertará y se equivocará a la vez.

Lo cierto es que todas estas versiones son medias verdades, explicaciones parciales a una situación más compleja. Hay que ser ingenuo para pensar que no hay intereses vinculados a la llamada “derecha” por acceder al poder en Venezuela (¿y quién no quiere acceder al poder en un país con tantos recursos?); pero también hay que ser ingenuo para pensar que la situación de anarquía en la frontera no pasa por un tema militar venezolano, y en general de responsabilidad gubernamental. Tal vez sea menos evidente para quien no está familiarizado con el análisis político lo de crear enemigos externos para buscar unidad interna, pero para quien ha pensado un poco en estos temas sabe que esa fórmula ha sido, es, y seguirá siendo utilizada (por los Castro, por Trump, o por quien la necesite).

Lamentablemente entre estas medias verdades, todas interesadas en proteger intereses específicos, la situación social y económica de Venezuela continúa cuesta abajo por el barranco. Algunos apuntan a llegar con el último respiro al 6-D, como si se tratara de la solución mágica (esa que la historia nos debió haber demostrado ya que no existe); mientras otros se preparan a poner todos sus recursos para mantener el poder hegemónico o, en el peor escenario, empezar a gobernar sin el pueblo. En todo caso, el interés particular (individual, de una facción, o de un grupo en específico) sigue estando por encima del de una sociedad.

Es lamentable que el porvenir de millones de personas esté en manos de intereses tan mezquinos, cuyo único objetivo es ganar una confrontación en la que ya todos perdieron, pues como en toda guerra nunca hay ganadores.Tal vez sea ingenuo pensar que voces sinceras (que no significa que provengan de personas puras y perfectas), puedan en medio de tanto vacío moral llamar a la reflexión y, quizás, hasta lograr que algo de cordura se vuelva a instalar en nuestra desquiciada sociedad. 

Quién sabe, tal vez ese Coronel que hace poco se atrevió a decir algunas verdades logre más eco que el discurso vacío de muchos otros “líderes”.  

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